Un estado y una sociedad laica son importantes porque impiden que un grupo dominante imponga sus ideas al resto al tomar controlar del Estado a través de un gobierno. Es decir, el aparato público debe ser gestionado en forma neutral por quien detente su administración respecto de todos los ciudadanos por igual, velando por el bien común, independientemente del credo personal del gobernante de turno. Esto es lo que permite la coexistencia civilizada y pacífica entre ciudadanos con distintas confesiones o que no adhieren a ninguna. Todo lo contrario es una forma de clientelismo en la que el funcionario público usa lo que es de todos, el Estado, para la promoción de su agenda personal.


El caso más prístino, aunque no el único, es el religioso, en donde el creyente que gobierna impulsa imponer legalmente la agenda valórica de su religión a todos los demás, con el consiguiente perjuicio sanitario en prevención de enfermedades de transmisión sexual, por ejemplo.

Otro tanto hemos visto (aunque no se presenta como tal) respecto de las trabas y vetos impuestos por una minoría conservadora en torno al aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual y la adopción por parte de parejas homoparentales.

Un Estado laico establece las condiciones para una sociedad saludablemente diversa, permitiendo el florecimiento de nuevas ideas. Así, ninguna religión puede imponer sus convicciones sobre quienes no la siguen ni impedir la implementación de políticas públicas que van en beneficio de todos.

Y así como somos partidarios de un Estado explícitamente laico, también creemos en la acción de organizaciones que combatan las supercherías que, carentes de todo sustento empírico, desafiantes a toda lógica y racionalidad, son utilizadas para engañar y abusar a las personas, en su mayoría de menores recursos. Se trata de todas esas acciones, mensajes y prácticas fraudulentas que, en algunos casos, atentan contra la salud de las personas, generando efectos negativos que no siempre se limitan a quienes son engañados, sino que también pueden dañar a terceros y a toda la sociedad, como suele suceder con los grupos anti-vacuna.

En tal sentido, somos partidarios de la información veraz, de tal modo que los ciudadanos puedan discriminar lo verdadero de lo falso. El ejercicio del pensamiento crítico en cualquier ámbito significa mejoras para toda la sociedad.

El Soberano

La plataforma de los movimientos y organizaciones ciudadanas de Chile.

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