Las organizaciones científicas llevaron a cabo un primer encuentro nacional orientado a definir un plan de acción que contribuya a fortalecer el Ministerio de Ciencia y Tecnología, cuya creación fue anunciada por la Presidenta Bachelet. La discusión echó luces sobre algunos elementos que entorpecen el desarrollo científico del país, pero la complejidad del cuadro -así como la multiplicidad de variables que se entrelazan- es tan grande que no es fácil anticipar un diagnóstico con el rigor que se requiere, ni mucho menos una estrategia política y comunicacional que apunte a conseguir el objetivo. De momento, los científicos sistematizarán los datos recogidos y darán a conocer un informe dentro de 15 días.

Más de un centenar de científicos nacionales se reunieron simultáneamente en Santiago y otras nueve ciudades del país para participar en el Primer Taller Nacional sobre Conflictos y Propuestas para la Investigación en Chile, encuentro que entregó algunos insumos necesarios para diseñar, en un mediano plazo, el futuro plan de acción que impulsará la comunidad científica a efectos de situar el desarrollo de la ciencia en el centro de la agenda, algo que sólo será posible, creen los científicos, en la medida que logren incidir en las orientaciones y objetivos que guíen la labor del futuro Ministerio de Ciencias y Tecnología

Separados en siete mesas de discusión, los científicos pudieron intercambiar experiencias y opiniones que dan cuenta de una serie de problemáticas que impiden que la ciencia pueda motivar una política pública decidida y a largo plazo. ¿Qué temas surgieron al tenor de este intercambio? Desde el atávico desprecio cultural  por la actividad científica hasta los incentivos perversos que han quedado en evidencia en los fondos concursables; desde el retraimiento del Estado a las ineficiencias burocráticas de sus servicios, pasando, claro, por situaciones de las que han venido dando cuenta a través de los medios o en redes sociales.

No es bueno que un mismo investigador agarre veinte fondos concursables con el mismo proyecto”, decía una investigadora que ponía sobre la mesa cierto acaparamiento de fondos por parte de algunos connotados investigadores senior, lo que impediría renovar las miradas y abrir los campos de investigación. De la precariedad se habló otro tanto: “La situación es muy compleja. Muchos trabajamos a honorarios en un marco de inestabilidad tremenda. Las mujeres no pueden embarazarse ni tener familia. Hemos conocido casos en que han sido despedidas”.

Interesante fueron las opiniones que señalaron otro gran vicio del sistema: la lógica de la competencia y el individualismo de los propios científicos, en circunstancias que la cooperación ha demostrado, desde siempre, ser bastante más eficiente en la gestión de los recursos. Al respecto decía una investigadora: “No puede ser que un investigador sea tan individualista, preocupado de sí mismo y de nada más. Pero seguramente es la misma cultura de la competencia por los fondos y la enorme precariedad lo que incentiva esas conductas”.

También se dieron opiniones discordantes entre quienes piden definir los campos que son necesarios en un país con tantos desafíos (en todos los campos: energético, sanitario, productivo) y los que temen que este enfoque se traduzca en un utilitarismo que margine campos que puedan ser considerados menos productivos o rentables

Otro asistente dijo sin rodeos: “Estamos viendo hasta la punta de nuestra nariz. Estamos desarticulados. ¿Cuántos proyectos podrían complementarse? ¿Cómo no vamos a ser capaces de coordinarnos por la vía de generar ejes de investigación científica de punta”, a lo que otro retrucó: “Pero también hay que preocuparse de la ciencia básica, que es menos glamorosa, pero muy importante para que los más chicos, por ejemplo, se vinculen a este mundo”.

Un investigador senior acusó otro problema clave: la falta de alfabetización científica de nuestra población y lo difícil que resulta sensibilizar a los ciudadanos. “Tenemos problemas para vincularnos con el medio. Necesitamos explicarles a las personas que la ciencia es algo cotidiano en su vida, y por eso creo que tenemos que trabajar más con los científicos sociales para ver ese tema”. Una investigadora destacó los vacíos formativos de los científicos para hacer más efectiva no ya sólo la divulgación, sino la propia pedagogía científica: “Cuando me puse a hacer clases no sabía cómo hacerlo. Tuve que aprender sobre la marcha. Me puse a recordar a los profesores que habían dejado algo en mí y me puse a imitarlos”.

También se dieron opiniones discordantes entre quienes piden definir los campos que son necesarios en un país con tantos desafíos (en todos los campos: energético, sanitario, productivo) y los que temen que este enfoque se traduzca en un utilitarismo que margine campos que puedan ser considerados menos productivos o rentables, pero que son igualmente valiosos para la densidad cultural del país. Porque es verdad: la ciencia es cultura.

“Fue una jornada muy fructífera”, sostuvo Mauricio Sáez, director de la Asociación Nacional de Investigadores de Postgrado, ANIP, una de las entidades organizadoras del taller. “Este es un primer paso para elaborar un documento. Tenemos que procesar la información que nos permita tener una institucionalidad a la altura del desafío”, agregó. Se informó que la idea es reunir todos los datos de todas las regiones en un plazo no superior a los 15 días y se llamará a una segunda reunión para dar a conocer los resultados.

El mismo director de la ANIP sostuvo que “será un tema que seguramente seguiremos discutiendo para definir una postura lo más representativa posible de los científicos. Sabemos que en algún minuto tendremos que conversar con el gobierno, con los parlamentarios, los partidos políticos, los candidatos, porque si hay algo claro es que queremos un Estado más activo, definiendo reglas claras y estableciendo una política pública y permanente, una verdadera política de Estado, y no un simple programa que se puede ver interrumpido por un cambio de gobierno o por cambios repentinos de enfoque”, concluyó.

Este taller se llevó a efecto en las sedes regionales de la Universidad Santo Tomás en Antofagasta, La Serena, Santiago, Viña del Mar, Talca, Concepción, Valdivia, Osorno y Puerto Montt. En su organización participaron Más Ciencia para ChileConsejo de Sociedades Científicas de Chile, la Asociación Nacional de Investigadores en Postgrado y Ciencia con Contrato, entre otras.

El Soberano

La plataforma de los movimientos y organizaciones ciudadanas de Chile.

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