Echándose claramente al trajín para no dejar de aparecer en la tele, fue al Estadio Nacional a anunciar que vuelve el charcha fútbol chileno. Días antes, imitó groseramente a Steve Jobs para anunciar la licitación de la tecnología 5G. Un amigo me recordó, además, cuando con ocasión de la clausura de los Juegos Panamericanos de Lima, ondeó la bandera de la Odepa, robándole un protagonismo que por protocolo le correspondía a Karla Rubilar. Qué triste es saber que a cargo de Chile tengamos a un payaso.

*Lautaro Guerrero

Me tenís chato, Piñera. En realidad, más que chato: podrido.

Sería lo de menos, si no fuera porque a estas alturas tenís chato a todo un país con tus constantes y estúpidas apariciones en la tele, hablando de cualquier cosa con tu retórica repetitiva, ramplona y majadera. ¿Cómo se te ocurre partir al Estadio Nacional para anunciar que, a partir del 29 de agosto, retorna el charcha fútbol chileno? ¿No pusiste como ministra de Deportes a tu alcahueta Cecilia Pérez para eso? ¿Cómo fue que en tu idiota compulsión por caer bien y hacerte el simpático no fuiste al Club Hípico o al Hipódromo para anunciar también que pronto retornan las carreras de caballos? Me tenís chato, además, porque aparte de mostrarte reiteradamente como un insufrible pelotudo y un figurón sin límites, te encanta hacerle honor al apelativo de “Payaso” con que la gallada te trata reiteradamente a través de las redes sociales. Porque, ¿a qué presidente serio y criterioso se le va a ocurrir, después de la rasca ceremonia que se montó en nuestro primer coliseo deportivo, empezar primero a tirar penales y luego pretender atajárselos a Esteban Paredes, ante las risitas entre estúpidas y condescendiente de la manga de gomas y guardaespaldas que siempre te acompañan a todos lados, seguramente para librarte de esa merecida zapatería que la gallada se muere por propinarte?

Ubícate de una buena vez, tontorrón inepto y figurón. El cargo de Presidente de este país, ejercido a través de la historia por muchos bacalaos tan frescos y sinvergüenzas como tú, nunca se había echado tan al trajín como lo estás haciendo en este, tu segundo y desastroso mandato. Provocas, aparte de bronca mezclada con impotencia, un sentimiento de vergüenza ajena imposible de soslayar. Convéncete, de una vez por todas, que la ciudadanía de este país te sacó la foto hace rato, y no te soporta porque, aparte de absolutamente penca para el cargo, cacha que eres un piérdete una que, en su inmensa megalomanía y narcisismo, no conoce los límites del pudor.

¿Tan mal quedaste del mate luego que la gente repudió masivamente tu oasis y tu gobierno de morondanga, de los ricos para los ricos?

Dáte cuenta, gil, que en los últimos tiempos se te ha pasado la mano torturándonos a todos saliendo en la tele a cada rato. Con tal de seguir creyéndote Presidente, no trepidaste en imitar groseramente a Steve Jobs (por cierto: el tipo fue un verdadero innovador, mientras que tú has sido un especulador del parasitario mundo financiero a lo largo de toda tu inmoral existencia) para anunciarnos un sistema 5G que, a juzgar por las condiciones impuestas en el proceso de licitación, sólo beneficiará a las empresas y no a los chilenos que viven en zonas rurales y aisladas, ahí donde los niños, durante esta terrible pandemia, han carecido de una conexión internet digna para asistir a sus clases telemáticas. Pero en tu inconmensurable frescura no te vas a andar con chiquititas. Y si con gran parafernalia hay que inventar otra Cadena Nacional en La Moneda, para que veamos una vez más en acción al “chico, feo y tonto”, como dijo de ti Carloncho Larraín, ¿qué importa que la ley que firmas para las cámaras ya hubiera sido publicada días antes en el Diario Oficial, y por lo tanto no constituía ninguna novedad para la gallada?

Tonto pillo y vivaracho como eres, te gusta pensar que somos todos unos pelotudos a los cuales puedes seguir engañando por los siglos de los siglos. Después de todo, si una vez libraste piola tras chorearte un banco, ¿cómo no te vas a sentir capaz de meterle el dedo en la boca a gente que, torturada por su miserable vida, no tiene tiempo -y a veces tampoco le interesa- para informarse adecuadamente de la calaña de pillín que para desgracia de la inmensa mayoría nos gobierna?

Pero con esto del fútbol, tontorrón fresco, se te anduvo pasando la mano, aunque no fue la primera vez -y seguramente tampoco será la última-, que por tus ansias de figurar y hacernos saber que todavía existes, te metes en cosas que claramente no te corresponden.

Cualquier cosa con tal de aparecer. De que te crean cercano, cálido y simpático. ¿A quién pretendes engañar, zopenco, cuando la gente común que tuvo la desgracia de trabajar contigo sabe de sobra que eres un implacable y desalmado negrero?

Te juro que, cuando te vi haciendo uso de la palabra en el Estadio Nacional, para anunciar el retorno de los peloteros, estuve a un tris de perder la cabeza y, en un irracional acto, estuve a punto de lanzar mi refrescante “chelita” contra la pantalla de la tele. Sólo me contuvo el saber que mi AFP me sigue tramitando con la entrega del 10%, y el pudor que sentí de tener que partir a una multitienda para comprarme otro “plasma”, contrariando de esa forma las sabias palabras de la Maripepa Zaldívar, ministra del Trabajo (¿O ministra de la cesantía?).

Pero de que me tienes chato, Piñera, me tienes más que chato.

Como el inolvidable “Chupete Aldunate”, del “The Clinic”, necesité también de la ayuda de un amigo, que por cierto no era el entrañable Marito Irarrázaval, para recordar otro numerito de tu marca que meses atrás te mandaste en Lima, con ocasión de la clausura de esos Juegos Panamericanos que, se supone, se van a desarrollar en Chile en 2023. O sea, cuando ya estés a buen recaudo y merecidamente en tu sarcófago político.

Metiéndote por buena parte los protocolos de la Odepa (Organización Deportiva Panamericana), te subiste al escenario al cierre del evento para recibir la bandera de la que se hace cargo el país organizador siguiente. Y, como cabro chico gil con juguete nuevo, la ondeaste en el escenario frente a las muchas cámaras que llevaban la ceremonia a toda Latinoamérica, exhibiendo esa sonrisita estúpida y bobalicona que te distingue.

¿Qué tenías que hacer tú allí, Payaso? El mismo protocolo de la Odepa señala que quien recibe la bandera del país que clausura sus juegos es la máxima autoridad de la ciudad donde se llevarán a cabo los siguientes. En otras palabras, Santiago. ¿Y quién era en esos momentos la máxima autoridad capitalina? Karla Rubilar, a la fecha Intendenta de esta capital mundial del smog, las sinvergüenzuras y las paparruchadas.

Pero claro: tu tan enfermante como ilógico narcicismo, porque no pasas de ser un imbécil con plata, no iba a permitirle jamás a la Rubilar ser la protagonista de tan magna ceremonia. Menos frente a tan inmensa audiencia y a tanta sabrosa cámara. ¿Algún medallista de oro del “Team Chile”? ¿Miguel Angel Mujica, por último, en su calidad de presidente del Comité Olímpico Chileno? ¡Las pinzas…! Nadie te iba a robar tal rol protagónico, por más que hicieras el ridículo una vez más, como ya lo habías  hecho en Cúcuta junto a ese otro payaso de la política latinoamericana, el famoso e irrelevante Juanito Guaidó, otro títere de los gringos de esos que abundan a través de la historia del continente.

Reitero una vez más: me tenís más que chato, Piñera. Y más luego que, buscando a través de internet, porque la pandemia me tiene preso por meses en mi humilde palacete, nunca encontré alguien que me pudiera vender una tele donde tú no me aparezcas.

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