La idea principal es que se construya desde la diversidad, el respeto hacia el otro, y que las voces que han sido invisibilizadas comiencen a tener el espacio adecuado. Sobre todo cuando se trata de los pueblos indígenas que son las primeras naciones.
Rocío Aliaga Huentrutripay, profesora, filósofa y activista mapuche por los Derechos Humanos.
Hace unas semanas atrás fuimos testigos de expresiones racistas de una constituyente de ultraderecha hacia la presidenta de la convención Elisa Loncón Antileo y posteriormente hacia la autoridad ancestral Machi Francisca Linconao Huircapán. Dichos racistas y discriminatorios que entorpecieron el proceso constitucional.
En esa oportunidad fue clara la postura que los constituyentes Mapuche tuvieron frente a una situación inaceptable. Inmediatamente visibilizaron y denunciaron los discursos de odio hacia la Lamngen Elisa Loncón y Machi Francisca Linconao dejando claro que no tienen lugar en un espacio que se ha construido a partir de un proceso democrático, que nació del pueblo y de las diferentes organizaciones de la sociedad civil, cabildos efectuados durante el despertar social y político.
El cuestionamiento de las bases por las que hoy se rige la sociedad tiene como idea principal que se construya desde la diversidad, el respeto hacia el otro, y que las voces que han sido invisibilizadas, comiencen a tener el espacio adecuado. Sobre todo cuando se trata de los pueblos indígenas que son las primeras naciones.
Por esta razón hay que poner foco en no seguir cometiendo los mismos errores y erradicar formas peyorativas que tanto afectan la continuidad de cualquier proceso.
El racismo tiene múltiples formas que muchas veces se esconden bajo lenguajes sutiles que se van inmiscuyendo en la manera de relacionarnos, marcando una clara discriminación que proviene de categorías impuestas socialmente. Para enfrentarlo, la educación sería un ámbito posible en donde podemos entregar las herramientas a las próximas generaciones, para que la formación que reciban esté alineada con los principios fundamentales de la convivencia con otro. También debemos tener la capacidad de dejar de enseñar una historia que solo provoca confusión.
Es importante en estos casos apelar a una deconstrucción de formas que ya se consideran obsoletas y que demandan urgentemente un cambio de paradigma que posibilitará ir gestando algo mejor para todos. Y eso significa justamente un trabajo colectivo que nos acerque al buen vivir.
Para concluir, es importante comprender el proceso histórico que estamos viviendo, en donde todas las demandas sociales son legítimas, de los distintos grupos y sectores de la sociedad y en particular de los pueblos indígenas que elaboran las demandas desde la propia vivencia que ha traído injusticias, dolor, violencia. Esto ha sido provocado por la indolencia de un Estado que no reconoce, no respeta, a otras formas de vida, que por lo demás son legítimas y preexistentes.
Hoy es preciso comprender todas las luchas que nacen de la ausencia de diálogo, comprensión y respeto.
Ahora es el momento de dejar algo mejor para quienes vengan, no importando quienes sean, entendiendo que merecemos mejores condiciones para vivir y comenzar a respetar los tratados y convenios que sostienen los derechos fundamentales de los pueblos indígenas.