Más de 36 asesinatos en lo que va del 2022 se han producido en El Bagre, municipio de Colombia, localizado en la subregión del Bajo Cauca del departamento de Antioquia, a 284 kilómetros de la ciudad capital Medellín. Este es el mismo número de asesinatos que se registraron en todo 2021,
El asesinato cruel y despiadado de María Camila Espita Villalba, de 17 años, ha despertado la indignación de los colombianos además del repudio de organizaciones sociales por los DDHH, que piden declarar crisis humanitaria a la subregión. La joven caucasiana fue destripada salvajemente, acción que fue registrada en un video que fue enviado a sus familiares, y luego viralizado en diversas redes sociales. Sin embargo, su cuerpo no ha sido encontrado.
Según avanza la investigación, se conoció que el 3 de septiembre, hombres armados pertenecientes a Los del Bajo ingresaron a una finca de la vereda Perico y sacaron de allí a tres personas: un hombre y dos mujeres. El hombre era alias Junior, a quien arrancaron la cabeza con un cuchillo y luego la pusieron en una estaca de madera. Una de las mujeres era María Camila, de quien no se tenía información, pero de quien se supo fue cercenada a cuchillo. Los cuerpos de estas dos personas no han sido hallados. Asimismo, de la tercera persona no se tiene información sobre su paradero.
En las últimas horas fue avistado el cadáver de una mujer en las aguas del río Nechí, por lo que allegados creen que se trata de María Camila, razón por la cual han pedido a pescadores y a quienes naveguen el río que rescaten y entreguen el cuerpo, acción que será recompensada con $500 mil.
Quien estaría liderando estas sanguinarias acciones es alias el Negro Cristian, exintegrante de los Caparros pretende arrebatar terrenos a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc) y la guerrilla del Eln. Las autoridades ofrecen una recompensa de hasta cien millones de pesos por información que permita encontrar su paradero.
En agosto fueron asesinadas 17 personas, con lo que se completan 36 asesinatos en lo que va del 2022, el mismo número de asesinatos que se registraron en todo 2021.
Aunque en la zona prefieren no nombrar al ‘Negro Cristian’ por temor a represalias, le atribuyen este incremento de violencia porque ya desde antes de su captura en 2019 era conocido por sus acciones.
Declaración de la Asociación de Campesinos del Bajo Cuaca
La ASOCBAC, organización formada por campesinos de escasos recursos de la subregión del Bajo Cauca antioqueño y sus áreas aledañas, ha hecho un llamado al gobierno para detener esta oleada de violencia en la subregíon. Desde su fundación en 2008, la ASOCBAC ofrece una alternativa política y social, encaminada a convertirse en un actor decisivo en la derrota del conflicto armado y social ―el cual afecta diariamente a las comunidades de Cauca. La organización está comprometida a crear un entorno en el que predominen la paz y la democracia.
¿Dónde queda Bajo Cauca?
El Bajo Cauca tiene una posición geográfica que ha sido clave para el narcotráfico y la minería ilegal. Por este motivo, es un territorio tan codiciado por los grupos ilegales que ejercen un fuerte control en la población.
Para entender el conflicto
Desde la década de 1970, grupos armados como el EPL, el ELN, las FARC, organizaciones paramilitares, han hecho presencia en el Bajo Cauca y han librado una batalla, principalmente, por el control de la economía de la coca y la extracción del oro. El conflicto se vivió de manera más intensa en el Bajo Cauca durante los años 90, cuando el dominio que hasta ese momento tenían las guerrillas pasó a manos de los grupos paramilitares Bloque Mineros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y Bloque Central Bolívar.
La violencia persiste en esta subregión, escenario de las expresiones más intensas del conflicto armado colombiano. Según datos de la Unidad de Víctimas, los seis municipios que conforman el Bajo Cauca sumaron 203.318 casos de personas afectadas por el conflicto hasta octubre de 2020. Esta cifra representa un alto porcentaje si se compara con la población total de esta zona, que según el DANE a 2020 es de 260.681 habitantes. El número de víctimas es casi el 80% de la población.
A pesar de los diferentes procesos de paz y desmovilización acordados, la violencia en el Bajo Cauca persiste. Los grupos armados se han reconfigurado en otras organizaciones ilegales que continúan en el territorio detrás del dominio de las rentas legales e ilegales, y la respuesta del Estado no ha sido suficiente ante la crisis humanitaria que vive la subregión, alimentada por el aumento del desplazamiento forzado, las masacres y las prácticas de control social. En la actualidad delinquen Los Caparros, las Autodefensas Gaitanistas, conocidas también como el Clan del Golfo —ambos de origen paramilitar—, así como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Sin embargo, los habitantes del Bajo Cauca resisten y siguen creyendo que es posible vivir en un territorio en paz. La Comisión de la Verdad conversó con más de un centenar de personas —entre líderes sociales, comunidades indígenas, de afrocolombianos, pequeños mineros, campesinas, campesinos, víctimas, actores del sector privado, de la institucionalidad, de la fuerza pública, de la academia, de organizaciones internacionales y excombatientes— durante ‘Diálogos para la No Continuidad y la No Repetición del Conflicto’, en los que reflexionaron sobre las causas de la persistencia de la violencia en esta región, contaron las afectaciones que les ha dejado la guerra, y propusieron aportes para la construcción de la paz.
(Fuente https://rutasdelconflicto.com/especiales/bajo-cauca/)