A sabiendas de que la gente no tiene ni para hacer cantar un ciego, y muchos pasan hambre, Piñera igual optó por acudir al Tribunal Constitucional para defender a las AFP y parar el tercer retiro del 10%. Por supuesto, él no dio la cara. Mandó a sus gomas Ossa, Cerda y Bellolio, a anunciar las malas nuevas. Frente a una situación muy similar, de Nicolás Maduro dijo que “no tenía perdón de Dios”.

*Lautaro Guerrero

Contigo tengo un problema, Sebastián Piñera. Y grave. Porque eres tan inepto, tan poquita cosa en todo sentido, tan falso, tan hipócrita, tan chanta, tan sinvergüenza y tan vaca, que se me agotaron los adjetivos calificativos para aproximarme a una definición que te retrate de cuerpo entero como persona y ser humano.

Recurro al diccionario de la RAE (supongo que sabes de qué estoy hablando), pero no me ayuda mucho, salvo ese “huevón” que aceptó hace ya tiempo la academia, con todas sus derivaciones, como “hueveo” o “hueviar”. Ese adjetivo sí, de seguro te viene al pelo, y lo mejor es que lo entienden desde Ricardo Ariztía de Castro, Antonio Errazuriz y Juan Sutil, porque cariñosamente los han llamado así en los últimos días debido a sus sabias declaraciones a la prensa, hasta la mentada señora Juanita, la iñora Rosa y hasta el Brayancito, planificando el próximo portonazo con el Brandon y el Dilan.

Es que sólo a ti, Piñera, se te puede ocurrir apelar al Tribunal Constitucional para impedir que la chusma codiciosa y soliviantada quiera retirar su tercer 10% desde ese templo de la justicia y la generosidad que son las AFP. Sólo tú eres capaz de darle la espalda incluso a parte de ese sector que te apoyó en tus dos candidaturas, aún a sabiendas de que se la jugaban por un pato malo que, pecado de juventud seguramente, hasta se había choreado un banco. Sólo tú eres capaz de hacer oídos sordos al clamor de miles que, encerrados en sus casas durante meses, tienen que muchas veces elegir entre morirse de hambre o de Covid-19. Sólo tú, recluido en La Moneda o en San Damián, absolutamente solo y huérfano de todo apoyo, puede dormir tranquilo a sabiendas de que Chile se desmorona y se encamina a un nuevo estallido social de imprevisibles consecuencias.

Nada que nos pueda extrañar, en todo caso. Basta recordar aquella vez que, con el populacho alzado y harto de que tú y toda la casta política les vieran durante 30 años las canillas y bastante más que eso, te fuiste a un bacán restaurante del barrio alto a comerte una pizza en momentos que el país empezaba a arder por sus cuatro costados.

Para qué hablar de tu desastrosa política respecto de la pandemia. Mientras naciones y gobernantes serios se ponían de inmediato en guardia, parando el país y cerrando fronteras, tú, con esa mentalidad de sicópata social que te distingue, pensaste que bien valía la pena que algunos rotos se fueran cortados a cambio de que la economía siguiera caminando. Aceptaste de buen grado ese “daño colateral” de que hablan los gringos, con tal de que tú y tus amigos platudos siguieran llenándose los bolsillos mientras la máquina continuara funcionando cual moledora de carne.

Estallido y pandemia contribuyeron a desnudarte por completo, Piñera. Salvo hacer plata como sea, casi siempre trampeando y cagando hasta a amigos si es necesario, no tienes ningún otro mérito. Porque no sólo eres inepto, indolente y penca, sino que, además, demostraste que el rotaje te repele tanto, que no trepidaste en meterle bala a todo aquel que evidenciara estar más que choreado con tu oasis mentiroso y de pacotilla. ¿A cuántos mataste, a cuántos dejaste ciegos por mano ajena, exprimiendo al máximo el ancestral servilismo de esa guardia pretoriana que siempre está lista para defenderte a ti y a todos los de tu calaña?

El problema contigo, Piñera, es que además eres el mayor car’e raja de todos los car’e raja que este país haya conocido. ¡Y vaya que los ha habido con abundancia a través de nuestra historia…! Dicho con toda claridad: no te entran balas. No mientras no se ponga en riesgo, aunque sea en términos mínimos y hasta risibles, tu obscena fortuna lograda con malas artes. Tampoco, naturalmente, la de tus amigos ricachones. Porque son los únicos que interesadamente a estas alturas te están apoyando y, después de todo, con alguien hay que hacer seguir haciendo negocios, posom.

Porque hay que ser muy car’e raja para, en el marco de la XXVII Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, que vía telemática partió hace un par de días, llamar al gobierno venezolano “a asumir un pleno y total compromiso con los valores de la libertad, el Estado de Derecho, la democracia y los Derechos humanos”. Está bien: si es verdad que Maduro se pasa todos esos derechos por buena parte, ¿quién eres tú para reprochárselo? ¿Quién te dio esa autoridad moral para ver la paja en el ojo ajeno y no la tremenda viga que tienes en el propio?

No te agrandes mucho, Piñera, mira que no más dejar el gobierno te van a caer encima organismos internacionales de Derechos Humanos que tienen unas ganas locas de hacerte de chupete. Es decir, puedes terminar igual que el gorila que nos gobernó a la mala durante 17 años, y al cual le echaron el guante en cuanto apareció por las calles de Londres dándoselas de turista.

Eres tan falso, tan car’e raja, Piñera, que a propósito de tu apelación al Tribunal Constitucional, para esconderte bajo las polleras de la vieja bruja María Luisa Brahm, que por lo demás fue empleada tuya, a muchos les llamó la atención que en el anuncio en La Moneda no estuvieras. ¡Tú ausente de tan magno acontecimiento cuando, figurón y fantoche como eres, no te pierdes una habiendo una cámara por delante…! La explicación es que, además de car´e raja y todas esas lindezas a las que te has hecho merecidamente acreedor, eres un cagón y un rata de marca mayor.

Tus pobres gomas, Juan José Ossa, de la Segpres; Rodrigo Cerda, ministro de Hacienda, y Jaime Bellolio, vocero, tuvieron que poner la cara esa tarde nefasta para todos esos chilenos que se habían hecho ilusiones de arreglarse el naipe con sus propios ahorros y tú, haciéndote el gil, porque no te cuesta nada, optaste por defender a las AFP en lugar de ponerte de parte de la gente.

Porque está claro que el populacho muchas razones para confiar en esta entelequia denominada Tribunal Constitucional no tiene. Compuesto por más de un carcamal, este organismo, que en los hechos es una tercera cámara, se ha mandado varios numeritos que demuestran su nítido sesgo ideológico y social.

Siendo Presidenta Bachelet, el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional la denominada “titularidad sindical”, que permitía que los sindicatos fuesen los principales encargados de llevar adelante el proceso de negociación colectiva y ser los representantes de los trabajadores ante las empresas. Otro punto del proyecto rechazado fue el que buscaba extender los beneficios del sindicato a los nuevos afiliados. En simple, la tibiecita Reforma Laboral, que de todos modos defendía un poco más a los trabajadores del abuso patronal, se fue a las pailas.

Resultado: la clase patronal sigue haciendo lo que le viene en gana.

Recién había ganado Piñera su segunda elección presidencial cuando el TC declaró inconstitucional el proyecto de Bachelet que fortalecía las facultades sancionatorias del Servicio Nacional del Consumidor (Sernac). Claramente, con esa decisión del TC, el servicio perdía los dientes que quisieron ponerle y las empresas no pudieron disimular su júbilo. El resultado es que, hasta el día de hoy, siguen vacunándonos a su regalado gusto, mientras el Sernac sólo puede actuar como árbitro que ni siquiera puede acudir al VAR.

Numeritos similares el TC se mandó respecto del proyecto de gratuidad en la educación superior. ¿Cómo? Sumando a las universidades privadas a un beneficio que originalmente iba a estar centrado en los 25 planteles públicos reunidos en el Cruch (Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas). En otras palabras, las universidades privadas, que ya esquilman a los pobres cabros, iban además a tener asegurado un simpático y abundante billetito estatal. Respecto del aborto en tres causales, ocho viejujos del TC declararon inconstitucional el artículo que autorizaba sólo al médico y al personal de salud a negarse a practicar abortos, extendiendo esta potestad a las entidades prestadoras.

¡Qué les han dicho a hospitales, clínicas e isapres…!

“No tiene perdón de Dios”. ¿Recuerdas esa frase, Piñera? Difícil que la hayas olvidado, porque fue tu pechoño remate a una sentencia que, respecto de Maduro y su régimen, te mandaste en Cúcuta, Colombia, cuando hace dos años más o menos fuiste a hacer el ridículo junto a ese otro payaso de la política latinoamericana conocido como Juan Guaidó.

Como sé que eres campeón para olvidar lo que no te conviene, te la recuerdo completita y textual. Frente a las muchas cámaras, y jurándote todo un estadista, dijiste con todas sus letras del régimen de Maduro: “No hay nada más perverso, nada más cruel y más inhumano, que un régimen que le niega la ayuda humanitaria a su propio pueblo”. Y, tomando el último impulso, adoptando el aire más seráfico y falso que pudiste (por lo que se vio, no te costó nada), concluiste: “Eso no tiene perdón de Dios”.

¡Te lo llevas escupiendo al cielo, car’e raja Piñera…!

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