Andrea Acevedo, jueza del 14° Juzgado de Garantía de Santiago, en la audiencia de formalización del causante de la desgracia señaló, sin tener ningún antecedente, que, aparte de ir probablemente borracho, el hombre era seguramente un delincuente por pertenecer a la “Garra Blanca”. Esa es la justicia de mierda que tenemos los chilenos.
*Lautaro Guerrero
Para quienes ejercen el poder en este país, el hincha del fútbol es un peligro público. Y un delincuente si, por añadidura, pertenece a la “Garra Blanca” de Colo Colo o es cercano a ella. Algo similar debe pasar, nos imaginamos, con “Los de Abajo”.
Lo dejó en claro la jueza Andrea Acevedo, del 14° Juzgado de Garantía de Santiago, durante la audiencia de formalización de Carlos Martínez, carabinero que conducía el camión de caballares que, el pasado martes, tras el partido entre Colo Colo y Palestino, en el Estadio Monumental, atropelló y dio muerte a Jorge Mora, reconocido hincha del club popular en una de las calles aledañas al recinto.
La señora Acevedo, en su alocución durante la audiencia, evidenció ser poseedora de inaceptables prejuicios, ayudando a demostrar el por qué el Poder Judicial chileno es una mierda tan venida a menos y desprestigiada como los otros dos poderes del Estado: el Ejecutivo y el Legislativo.
No sólo eso: contribuyó con su sarta de sandeces a darle toda la razón a ese pueblo paciente y manso que la tarde noche del 18 de octubre del año pasado dijo basta al abuso permanente, a la humillación constante, y a toda esta manga de caraduras que, desde sus puestos de privilegio, productos en la mayoría de los casos de arreglines y pitutos, nos reprimen violenta y arteramente para defender con uñas y dientes la cuota de inmenso poder que a ellos los tiene en jauja mientras la inmensa mayoría ya no da más de tanto verlas negras y por tantos años.
Si el hincha Mora falleció bajo las ruedas del camión de los pacos, “es porque algo debe haber hecho”, según la magistrada, que para aprovechar su minuto de fama frente a las cámaras que registraban la formalización, y para demostrar que el “orden” es lo suyo y que el “rotaje” le repele, sin tener mayores antecedentes a la mano condenó a la víctima y exculpó al carabinero causante del atropello.
¿No es lo mismo que dijeron, en tiempos de la oprobiosa dictadura, de los muertos, los torturados, los desaparecidos? Y lo siguen diciendo, con total impunidad y desfachatez.
¿Qué dijo en la ocasión la jueza papanatas? Que el sólo hecho de pertenecer a la barra “Garra Blanca” de Colo Colo transformaba a Mora en un antisocial, en un delincuente, “dado -expresó- que es un hecho que ocurre luego de finalizado un encuentro deportivo con dos equipos de fútbol, uno de los cuales -Colo Colo- tiene por desgracia una carga histórica que para el deporte no hace ninguna contribución: esta famosa Garra Blanca cuyos hinchas tienen una actitud no muy acorde a las reglas sociales y al Estado de derecho en general. Podrá no gustarnos, pero aún hay un Estado de derecho”.
¿Qué tal? Sin tener mayores antecedentes, como lo reconoció esta misma jueza de pacotilla que se supone está para impartir justicia, transformó en culpable a Jorge Mora por el sólo hecho de ser hincha del fútbol y supuestamente pertenecer a una determinada agrupación.
Convengamos que los nenes de la “Garra Blanca” no son, actuando como masa, un dechado de méritos y virtudes, pero meterlos a todos en el mismo saco no corresponde, pues usía. Sería como decir que los integrantes del Poder Judicial, entre los que usted se cuenta, son todos unos coimeros y corruptos tras apreciar que, generalmente, o hacen la vista gorda respecto de los poderosos o derechamente se arreglan los bigotes con los que exhiben billete y los narcos.
Pero la señora Acevedo no se quedó allí en medio de sus elucubraciones acerca de lo sucedido, que por lo demás entendemos no corresponden. Porque es aceptable y hasta comprensible que los pacos, y sobre todo los familiares del paco formalizado, hagan desde el minuto uno causa común con el imputado, pero no usted, pues, jueza. ¿Quién le otorgó el papel de juez y jurado cuando el juicio está recién en el inicio?
Porque esta señora en su alocución sumó otra perla: supone ella, con un criterio que espanta, que lo más seguro es que la víctima de este atropello hubiese ido en condiciones etílicas lamentables, es decir, absolutamente curado, “porque por algo venía saliendo de un partido de fútbol”.
Gracias a esta jueza nos venimos a enterar, después de más de 100 años de fútbol en Chile, que los estadios son una fábrica de ebrios. ¿Quién te dio ese derecho, vieja loca? ¿De dónde sacaste supina estupidez? De partida, en los estadios nacionales está prohibido el consumo de alcohol, y si alguno llega a meter a la mala un par de cervezas o una petaca para celebrar los goles de su equipo ya es culpa de la seguridad del recinto, pero en ningún caso una conducta generalizada.
Lo más grave: ¿tenías, vieja loca, en el momento de vomitar tu tontería, antecedentes que te respaldaran? ¿Disponías de una supuesta alcoholemia tomada a Jorge Mora para afirmar tamaña estupidez?
Más aún: pongámonos en el caso que, efectivamente, el hincha albo para celebrar el triunfo de su equipo sobre Palestino se hubiese efectivamente pegado unos “guaripolazos”. ¿Lo transformaba eso en un borracho? ¿Se hacía merecedor a un brutal atropello y, lo que es peor, que los pacos lo dejaran tirado sin prestarle ningún tipo de auxilio?
La jueza Acevedo, en la audiencia de formalización, fue la prueba más palmaria de lo peor de lo nuestro como sociedad: los prejuicios. Es decir, el mapuche es borracho, el trabajador chileno un flojo y el ciudadano común un fresco que pretende que los gobiernos de turno le regalen todo.
Dijo también esta criteriosa jueza que el paco que conducía el camión había tenido la actitud que cualquiera hubiera tenido, dadas las circunstancias. “Porque no les estaban tirando flores ni challas”, agregó, muy contenta de su frase oportuna y ocurrente.
La señora Acevedo parece no haberse enterado de lo que ha ocurrido en el país a partir del “18-O”. Parece no haber visto los incontables atropellos protagonizados por efectivos de carabineros a lo largo y ancho del país en circunstancias que perfectamente pudieron evitarlos. Peor aún: las imágenes han dejado palmariamente claro que los pacos les tiraron el vehículo encima a transeúntes (zorrillos, guanacos, patrullas y motos) con la clara intención de pasarles por encima y sin la más mínima consideración por la integridad física de manifestantes o simples espectadores de las manifestaciones.
Pero a esta vieja gagá eso no le interesa. Tampoco el hecho clave que debe medirse siempre, es decir, la proporcionalidad entre una agresión y la adecuada respuesta a ese ataque. ¿Nunca te enseñaron eso en tus estudios, vieja loca? ¿Nunca te enteraste de que quien tira una piedra se gana con todo merecimiento un lumazo, un charchazo o una chuleta, pero en ningún caso una bala o perdigones para dejarte ciego o al menos tuerto?
Si ya tras este hecho trágico y lamentable ocurrido en las afueras del Monumental la noche del martes la “Garra Blanca” había amenazado con volver a parar el fútbol si, como tantas veces, no había justicia, la intervención torpe e inapropiada de esta jueza va a provocar lo contrario de lo que la Fiscalía perseguía, es decir, que familiares, amigos y conocidos de Jorge Mora obtengan la debida y justa reparación en los tribunales.
La jueza, sin tener los antecedentes, como ella misma reconoció, ya adelantó que al paco Martínez no le saldrá ni por curado. Linda justicia tenemos, que ya antes de un juicio exista un fallo.
Nadie esperaba, mucho menos en este país, que al paco Carlos Martínez lo metieran preso de por vida. Se sabe que en Chile sólo caen tras las rejas los con chapa de patos malos y aquellos que, hartos de esta sociedad de mierda que tenemos, se salen de sus casillas y en un momento de irrefrenable ira cometen delitos. Si los cometieron, por cierto que hicieron méritos más que suficientes para que contra ellos caiga todo el rigor de la ley.
Como el profesor Roberto Campos, que por romper torniquetes del Metro se mamó 56 días de cárcel.
Está bien, muy bien, pero ¿en qué cárcel han estado los pacos que agredieron cobardemente a ciudadanos inermes o les quitaron total o parcialmente la visión a cientos de cabros que sólo protestaban en contra de una situación social, económica y política que ya no da para más?
Andrea Acevedo, jueza del 14° Juzgado de garantía de Santiago, encendió una nueva mecha en este conflicto en que los poderosos, con la siempre eficiente complicidad de los políticos de uno y otro lado, defienden sus privilegios como gatos de espaldas.
La sarta de sandeces que dijo en la audiencia de formalización, sumada a la postura tibia y alcahueta que asumieron tanto Blanco y Negro como la ANFP tras la tragedia del martes en las afueras del Monumental, amenazan con reavivar el conflicto que, entre otras cosas, detuvo durante meses el normal desarrollo del fútbol.
“Carpe diem”, dijo la vieja loca de la jueza para cerrar su intervención sesgada, prejuiciosa e inaceptable. Del latín al español, algo así como disfrutar del presente sin esperar lo que depara el futuro. Claramente, no venía al caso, pero debe hacer escuchado la frase en “La sociedad de los poetas muertos”, película interpretada entre otros por Robbin Williams, y le sonó bonita.
A ella le viene mejor que a nadie. Disfruta tu presente de jueza vendida y genuflexa a ese Estado de derecho que tan contenta te tiene. Porque si finalmente triunfa ese pueblo ya harto de abusos, tú y muchos otros no tienen por delante un futuro tan cómodo y tan muelle como del que hasta ahora han profitado.