Sebastián Piñera bluffeó de lo lindo en su última cuenta pública. Opacado por ese anuncio impreciso de empujar el “matrimonio homosexual”, el inquilino de La Moneda habló de un Ministerio de Seguridad Pública del que poco sabemos. Aunque parezca una idea peregrina y sin contenido (sin duda otro volador de luces propio de quien necesita tapar su falta de logros), expertos llaman a estar atentos con la ridícula idea de convertir la seguridad pública en un espacio de decisiones técnicas.
Nadie sabe bien qué ideas contiene el famoso proyecto de creación del Ministerio de Seguridad Pública, pero su espíritu es claro porque conocida es la mirada que tienen todos aquellos que promueven la iniciativa: despojar a la seguridad pública de su componente político y convertirlo en una instancia de gestión técnica, esa delirante y absurda pretensión tecnocrática del chicago-gremialismo.
“Es, en efecto, el sueño que hace mucho tiempo tiene el Partido del Orden”, sostiene Mauricio Salinas, de la Corporación Ciudadanía y Justicia, quien ha sido invitado por la comisión de seguridad pública de la Cámara de Diputados. “Es como lo que vemos en la fijación de la tarifa del transporte público. ¿Qué se hace? Se le entrega a un polinomio, una fórmula algorítmica, la decisión política de decidir el valor del pasaje. Y dicen ‘es que el pasaje aumentó 30 pesos porque así lo decidió un algoritmo’. De esa manera, los gestores del transporte público y las autoridades del sector pueden desentenderse de las consecuencias que derivan de un alza“, agrega.
En suma, lo que se viene es un nuevo acto de irresponsabilidad política, ya que el deseo de crear un Ministerio de Seguridad Pública siempre ha pasado por convertirlo en una instancia integrada por “expertos” en la materia. “Es creer que la seguridad, que es el control de los ciudadanos por parte del estado, incluso de forma violenta, es una decisión técnica y no política, y nadie puede hacer uso de la violencia estatal prescindiendo de la política. Es ridículo”, señala.
Desde luego que el enfoque técnico sólo les importa cuando les conviene. ¿Se imaginan qué diría la derecha si los ciudadanos exigiéramos indexar (en otras palabras, “amarrar por ley”) el aumento de impuestos a las empresas en caso que aumenten sus utilidades más allá de determinado umbral? ¿Qué pasaría si decidiéramos amarrar el cobro de impuestos al aumento en los flujos migratorios a territorio nacional o en caso que una trasnacional exija el pago de una indemnización? Nada de leyes, nada de discusiones. Simplemente se suben los impuestos en los escenarios señalados. “Ahí no les gustaría. Ahí dirían que estas no son materias técnicas, sino políticas”, indica Mauricio Salinas.
“Los delitos, o bien la protección penal de determinados bienes jurídicos, son la manifestación mas clara e intensa de un orden público determinado”, sostiene el abogado, quien agrega: “Por otra parte, no es posible separar coherentemente, como pretenden algunos, las funciones de ‘seguridad pública’ y las de ‘orden público’, tal y como algunos proponían durante el gobierno anterior. La ‘seguridad pública’ es aquella que protege al ‘orden público’, el orden público que sea, que a su turno modela y protege lo privado y, al mismo tiempo, emana de éste. O sea, son, como hemos dicho, indivisibles. Por esto es que no es posible ni coherente crear un Ministerio del Orden Público y otro de Seguridad Pública”.
“Por lo demás, si al Ministerio del Interior le quitamos su titularidad en cuestiones de control y seguridad pública, entonces ¿a qué se va a dedicar el Ministerio del Interior?”, añade el académico, quien remata afirmando que “en el fondo, la idea es que los políticos no quieren asumir los costos políticos de sus acciones. En el fondo es lo que tenemos hoy día, donde el tema de control público se le ha entregado a Carabineros, que se supone que tiene las competencias técnicas. ¿Podemos decir que sus acciones son técnicas y no políticas? Precisamente de esa irresponsabilidad se han servido los ministros del Interior. Se escudan en que ellos no deciden nada”.