Poco poco comienzan a emerger elementos que relativizan la efectividad de la iniciativa gubernamental que pretende, en el más breve plazo, entregar un bono permanente y complementario a efectos de aumentar los ingresos de los que menos ganan. Lo importante es que muchos de esos trabajadores no recibirán esa transferencia que, demás está decir, irá a cuenta del Estado. Es decir, a cuenta de todos nosotros… Para entender de lo que hablamos, lee partes centrales del análisis realizado por el economista Marco Kremerman en la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara.

La idea del gobierno de entregar un bono permanente a los trabajadores que menos ganan tiene una inmensa letra chica. No podía ser de otra manera con un Ejecutivo que se caracteriza por pasar gato por liebre en sus proyectos de ley, amén de una estridencia que no se condice con los acotados efectos y alcances que muchas de sus iniciativas tienen en los sectores más vulnerables de la población.

La crítica de la Fundación Sol a uno de los ejes de la “agenda social” del gobierno fue lapidaria. Por de pronto, la iniciativa impide que este beneficio (un subsidio, en suma) no será asignado a quien percibe una remuneración bruta que exceda los 370 mil pesos y que se encuentre en el 10% más rico. El beneficio, además, entrará en vigencia al primer día del cuarto mes después de su aprobación. Es decir, si esta iniciativa se aprobara en diciembre, los trabajadores que menos ganan recién podrían recibirlo en marzo. “El problema es que ya hay comprometido un ajuste al sueldo mínimo el 1 marzo de 2020“, lo que tornará aún más modesto el aporte que pretende entregar el gobierno para aliviar las urgencias de los grupos familiares más pobres.

Esa es la primera parte. La segunda parte es peor, según afirmó el economista Marco Kremerman, en una detalla exposición que realizó en la Comisión de Trabajo y Previsión Social de la Cámara de Diputados. A grandes rasgos, queda bastante claro que muchos trabajadores que efectivamente ganan el mínimo no podrán acceder al beneficio.

La trampa está, según el economista Marco Kremerman, en que el beneficio se aplicará a la remuneración brutal mensual. “No estamos hablando del sueldo mínimo”, aclara el economista, quien recuerda que el salario bruto se compone de sueldo base, el sobresueldo por horas extras, comisiones como incentivos variables, el concepto de participación y la gratificación, “que se desnaturalizó como forma de repartir las utilidades del empleador”, ya que “en el 90% de las empresas lo han convertido en costo fijo. No hay reparto de utilidades, sino que se asigna un porcentaje al sueldo fijo en torno al 25% del sueldo base con un tope de 4,75 ingresos mínimos mensuales. Eso hoy día son 75 mil pesos. O sea, hoy día, si consideramos el concepto de remuneración bruta mensual, ya están sobre 370 mil pesos. Todos esos trabajadores y trabajadoras no tendrían el subsidio. Los que hacen horas extras todos los meses también podrían quedar fuera de este beneficio“, declaró Kremerman ante la comisión.

“El salario mínimo es de 301 mil pesos brutos. Pero en marzo 2019 debe reajustarse en un 2,5% real (…) El salario mínimo podría subir a 317 mil pesos brutos en marzo de 2020. El subsidio será mucho más acotado y llegará a un grupo menor de personas. En la ley 21.112 se estipula que en agosto de 2020, a la vuelta de la esquina, el Presidente deberá enviar al Congreso un proyecto de ley que proponga un nuevo reajuste al monto del ingreso mínimo mensual así como la asignación familia y maternal y el subsidio familiar para que comience a regir el 1 de septiembre de 2020″, agregó el economista de la Fundación Sol. En suma, “en 10 meses más el subsidio va quedando obsoleto en términos de su alcance”, aseguró Kremerman.

Es una propuesta lamentable, que no esta conectada con lo que pasa en Chile en los últimos 30 años… ni qué decir con lo que ha pasado en los últimas tres semanas. Es un bono, es un subsidio ante una contingencia social pero que no está anclado a ningún costo de vida, que es la función central del salario mínimo”, agregó.

Kremerman prefirió discutir acerca de las políticas que fijan el salario mínimo, sus objetivos y mecanismos orientados a determinar su monto. En Chile, el “salario mínimo es en realidad un ‘minisalario’ mínimo“, dijo, al tiempo que mostró los resultados de un estudio donde se comparó el sueldo minimo de Chile con países que tienen un PIB per cápita un 30% mayor y menor.

“Cuando se dice que en Chile no se puede llevar el salario mínimo a un mayor valor porque Chile no tiene los ingresos suficientes, que somos un país de ingresos medios, nosotros lo que hicimos fue compararnos con países parecidos a Chile”.

“Con Croacia tiene exactamente el mismo PIB per cápita que Chile ajustado por paridad de compra. Chile esta en base 100, eso significa que Croacia tiene un sueldo mínimo que es casi un 50% mayor que el que hoy tiene Chile (…) Interesante es ver los casos de Argentina y Uruguay, con PIB per cápita menores al de Chile, con salarios mínimos menores al chileno en términos de capacidad adquisitiva, pero ahi tenemos una realidad en términos de negociación colectiva totalmente distinta a la de Chile. Los sindicatos negocian por rama o sector productivo sueldos que están por sobre el salario mínimo nacional. Es solo un piso de referencia para un pequeño grupo de trabajadores”, aclaró Kremerman.

Asimismo, “Holanda, en 1983, tiene el mismo PIB per cápita, pero el sueldo es 3,6 veces mayor al que hoy tiene Chile. Entonces es un problema político“, señaló el investigador.

En un pasaje de su exposición, Kremerman llamó a reflexionar sobre la importancia de generar mecanismos de negociación tendientes a incrementar el salario mínimo, lo que, en conjunto con una robusta reforma de pensiones, debería sacar a las personas de la pobreza como objetivo número uno.

Kremerman incluso invitó a los diputados oficialistas a reflexionar sobre el trabajo de Adam Smith, exponente de la economía clásica y referente sempiterno del capitalismo liberal, quien, en su obra La Riqueza de Las Naciones, “establece dos cosas muy importantes”, recordó Kremerman. “Primero, reconoce que los empleadores se ponen de acuerdo para que los salarios estén lo mas bajo posibles. Los empleadores se coluden. Y en segundo lugar, como elemento central, Smith reconoce que el salario mínimo debe permitirle al trabajador y su grupo familiar poder satisfacer sus necesidades básicas“, una inspiración ética que fue borrada de cuajo en el Código del Trabajo escrito por José Piñera.

Para conocer la exposición de Marco Kremerman en su integridad:

El Soberano

La plataforma de los movimientos y organizaciones ciudadanas de Chile.

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