La dictadura se propuso destruir el tejido social, y en cierta medida fue exitosa en su empeño. El problema es que la conducta neoliberal en pandemia, siempre miserable e indigna, logró lo que no pudieron otros actores, como los partidos políticos. Esto porque la existencia de la olla común ha tendido puentes en comunidades que antes estaban disgregadas.

Las ollas comunes han sido parte de la historia de Chile. Es una mezcla entre crisis y solidaridad para ir en ayuda de quienes han sido abandonados por el Estado, pero que necesitan de esta iniciativa para sobrevivir.

En el 2020, durante la pandemia por coronavirus, solo en la Región Metropolitana funcionaron más de 1.000 ollas comunes, un número que resalta, al igual que la aparición masiva de campamentos, la existencia de la gran precariedad que hubo en Chile durante el inicio de la crisis sanitaria.

Sylvia Rodríguez (54), trabajó durante el 2020 en una organización que abarcaba a más de 14 ollas comunes en la comuna del Bosque, Macul y sus al rededores. Al principio ayudaban a 30 familias, pero con el paso de los meses llegaron a atender hasta más de 200 hogares. «Es muy importante el levantamiento de las ollas comunes ya que mucha gente del sector, en San Bernardo y Macul, por ejemplo, estaban contagiados con covid-19 o eran cesantes y necesitaban comer», sostiene.

Su labor era entregar almuerzos de lunes a domingo y apoyarse entre los ciudadanos para salir adelante y que nadie se quedara sin su porción de alimento. Según nos explica, la necesidad de una olla común surge luego de que el gobierno no entregara soluciones ante este conflicto.

Sin embargo, las ollas comunes ayudaron a tender puentes entre muchos vecinos que antes no se conocían. En cierta medida, las ollas comunes lograron reconstruir aquello que la dictadura y el orden neoliberal se propusieron destruir: el tejido social. Y esto pasó porque, según Sylvia Rodríguez, «nadie nos dio apoyo. Ninguna institución. Ni el Estado ni las municipalidades. Solo trabajábamos personas que queríamos ayudar al resto», agrega.

Tal como cuenta Sylvia, actualmente ve que existe gente que todavía necesita de esta ayuda, pero que  las ollas comunes han disminuido comparado con lo que había a principios del 2020, y lamentablemente el Estado sigue sin entender que aún existen personas que necesitan de un plato de comida.

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