Muchas familias angustiadas y empobrecidas esperan ayuda del gobierno para poder sobrellevar la pandemia. El problema es que, a la hora de un análisis realista del acuerdo al que llegó el Ejecutivo con una parte de la oposición, las familias de clase media no verán un solo peso del IFE.
El Ingreso Familiar de Emergencia del gobierno será un absoluto fracaso. ¿Por qué? El economista Marco Kremerman, de la Fundación Sol, diseccionó el proyecto estrella del gobierno para ir en ayuda de las familias durante este confinamiento. El IFE es un desastre por tres aspectos clave: tiene graves problemas de cobertura, el monto sigue siendo insuficiente y una focalización extrema que dejará a cientos de miles de familia sin recibir el beneficio.
“La universalidad era más eficiente aun cuando pudiera llegarle plata a quien no lo necesita, ya que es mejor equivocarse por exceso que por insuficiencia. El retraso será muy dañino”
Marco Kremerman, economista de la Fundación Sol
“Las personas que detentan el poder deben preguntarse primero: ‘¿qué tipo de ingresos hacen efectiva una cuarentena para que las familias no tengan que salir a la calle para procurarse el sustento?’. Lo primero que salta a la vista con este proyecto es que tiene un problema de cobertura: en Chile hay más de 6 millones 200 mil familias. Este proyecto piensa llegar a 2.100.000 familias, o sea, a menos de un tercio. Recién se acaba de informar en los medios que hay 2 millones 800 mil familias inscribiéndose para recibir este IFE”, sostiene el economista, quien agrega: “Y las familias de clase media, ni hablar. Pensemos que antes de la pandemia la inmensa mayoría no alcanzaba a llegar a final de mes”.
La otra pata que se advierte con deficiencias es el monto: 100 mil pesos por cada integrante de una familia hasta 4 integrantes. “Es bueno aclarar que el gobierno decía, cuando se discutía la entrega del primer bono Covid, que no había más plata. Bueno, ahora resulta que había más plata. Aunque se diga que la inversión será de 12 mil millones de dólares, hay que aclarar que la ayuda del gobierno a las familias será de 2.200 millones de dólares, y eso es menos del 1% del PIB, ya que el monto se entregará a cada familia está muy debajo de la línea de la pobreza, y la línea de la pobreza es un desde, no es un óptimo. Y la línea de la pobreza es 170 mil para hogares unipersonales y 450 mil para hogares de 4 persona por efecto escala, monto de por sí bajo. Bueno, se entregarán 100 mil”, advierte el economista de la Fundación Sol.
Y la tercera “pifia” es su extrema focalización. “Muy en la lógica neoliberal”, acota Kremerman, “es esta cosa de demostrar que uno es pobre. Insisten ahora en inventar un nuevo indicador en el Registro Social de Hogares para hacerlo más restrictivo. Y el trámite es tan engorroso que los pagos se van a demorar más. Las complicaciones para postular son muchas. La universalidad era más eficiente aun cuando pudiera llegarle plata a quien no lo necesita, ya que es mejor equivocarse por exceso que por insuficiencia. El retraso será muy dañino”, señala.
El plan del gobierno
¿Cómo se explica tanta estulticia gubernamental? ¿Exceso de ideologismo? ¿Cómo es posible que, después de todo lo vivido en los últimos meses, este gobierno tuviera primero afinado el instrumento para castigar a los infractores de las cuarentenas antes que tener listo el plan de ayuda a las familias? Bien cabe pensar en una hipótesis: que el gobierno no cree que Chile esté tan mal, y que lo sucedido a partir del 18 de octubre es consecuencia de una rebelión delictual, que es la tesis -descabellada, absurda, ridícula- de los sectores más afiebrados de la derecha, esa que integran José Antonio Kast, Sergio Melnick y Tere Marinovic. De paso, la tesis es compatible con otra: generar las condiciones para aprovechar de echar abajo el proceso constituyente.
“Para este gobierno la represión y el castigo van primero. Esto habla de algo peor, habla de la incapacidad de ver el país real, ese donde el 40% de la fuerza laboral es informal. Un porcentaje ínfimo de los que violan la cuarentena son los que salen a pasarlo bien. Pero aquí nuevamente el gobierno pone la carreta delante de los bueyes”, sostiene Kremerman. “En el fondo se reprime para que no se cambie el modelo. Se reprime para que no surja esa discusión. Es una batalla ideológica”, indica, recordando que el gobierno no sólo no se conforma con no ayudar a todas las familias de clase media que lo necesitan, sino que además bloquea la discusión sobre el eventual retiro del 10% de los ahorros previsionales.
“Esta crisis vienen a erosionar el orden neoliberal. Y se nota que el gobierno le tiene miedo a la discusión sobre todo cuanto la pandemia ha puesto en jaque: el ingreso de emergencia, el sistema público de salud, las pensiones, la misma Constitución… y mientras, vamos culpando a las personas de los errores del gobierno en el manejo de la crisis, algo muy propio de la élite en Chile: ‘¿no te alcanza para llegar a fin de mes? Ah, es porque no trabajas lo suficiente y no tienes educación financiera’. ‘¿Tu pensión es miserable? Ah, eso es porque no ahorras. ¿Te contagiaste de Covid-19? Ah, es porque no te cuidas’. Lo de siempre: traspasar culpas”, concluye Kremerman.