¿Qué tan buena es la reforma a la salud que presentó el Gobierno? En buen chileno, ahí nomás. Hay avances respecto a lo existente, dice el experto Matías Goyenechea, de la Fundación Creando Salud, pero la tranquilidad de la industria hizo sospechar a muchos de que el cambio no era tan profundo ni tan lesivo para los intereses de la industria de seguros médicos.
Hay un elemento que sin duda es muy positivo y tiene insospechadas consecuencias: la incorporación –tímida, por cierto- del concepto de solidaridad, ya que, independiente de si es por pragmatismo o claudicación ideológica, este solo componente debilita la postura extrema de la derecha en materia de previsión social. Ojo: si aquí se incorporó la solidaridad… ¿por qué no hacerlo en el sistema de pensiones?
En el papel aparecen muchas cosas lindas en la reforma a la salud de Sebastián Piñera, casi conmovedoras. Se habla mucho de “solidaridad” de hombres para con las mujeres, de “acabar con las discriminaciones”, de un plan único de salud. En fin. Suena lindo, pero la clase política chilena nos ha enseñado a dudar y a mirar cada anuncio con lupa. Y basta con que los expertos no vinculados a la industria de la salud examinen el texto para que caigan en cuenta que lo que hay aquí es, en primer lugar, un mero intento por reducir la incertidumbre de los empresarios (o sea, las isapres), no de solucionar los problemas de acceso a una salud de calidad que tienen los ciudadanos chilenos.
“No está pensada como una reforma que resuelve el problema que afecta al conjunto de la población, sino que soluciona un problema de las isapres dejando fuera a más del 80% de la población que no cotiza en ellas”, dice Matías Goyenechea, director Fundación Creando Salud, en relación al Plan de Salud Universal (PSU) de las isapres, donde los usuarios podrán escoger entre un deducible o elegir tres redes de atención preferente que le ofrecerá la empresa aseguradora. Este copago no excederá el 20% del ingreso anual familiar. Esta propuesta incluye el fin de las declaraciones de salud y las preexistencias.
“Lo positivo”, dice el experto, “es que se va a generar un solo plan de salud que disminuye la complejidad del sistema y reducir los niveles de asimetría de información para el usuario”, lo que en ningún caso significa que se creará un fondo universal, único para todo aquel que viva en Chile, que es el viejo clamor de quienes entienden la salud como un derecho.
Que la mujer pueda tener de carga al marido o conviviente es algo positivo. También lo es que termine la odiosa discriminación por sexo, dice el director Fundación Creando Salud, “pero no se hace nada con la discriminación que opera a nivel de edad o por riesgo de enfermar. Se acaba sólo un aspecto de la discriminación. Del mismo modo, la idea de generar un consejo técnico que dirima los ajustes de precios apunta más a generar una institucionalidad que legitime las alzas que las isapres tienen constantemente, y eso resuelve un problema para las isapres”, sostiene el economista y cientista político experto en la materia, en referencia a la masiva judicialización de las alzas.
“En síntesis, no es una propuesta de reforma que resuelva el problema de la discriminación y el problema de acceso a la salud que tenemos en este país”, añade.
Eso en lo que respecta a la reforma de las isapres. ¿Y en cuanto a Fonasa? “Esta aportaría a mejorar los elementos que contribuyen a traspasar recursos al sector privado, mejorando los subsidios que se pagan a las clínicas, lo que es bastante regresivo ya que hoy en día Fonasa traspasa más de 1.300 millones de dólares por compra de camas, derivaciones, subsidios y otros mecanismos al sector privado, lo que equivale a la construcción de 4 hospitales de alta complejidad”, señala Goyenechea.
“En vez de resolver el problema que genera el exceso de mercantilización, el gobierno apuesta por más mercado”, cosa nada extraña considerando que viene de un gobierno que cree en el mercado no ya sólo como el más eficiente asignador y generador de recursos, sino como una esfera donde poder ejercitar las libertades individuales. “En vez de apuntar a los problemas estructurales del sistema de salud público, en vez de reforzarlo y mejorarlo, lo que hacemos siempre es contratar más servicios al sector privado. Y ahora se propone comprar más todavía”, concluye.