La meta es superar el millón de chilenos en las calles exigiendo poner fin a la fábrica de mendigos creada en dictadura. Sin embargo, en el movimiento #NoMasAFP se asume que esta marcha es un paso más en una lucha que tomará años, una conclusión que se extrae de la porfía fanática de quienes, contrariando toda evidencia, insisten en mantener el fracasado sistema de capitalización individual ya sea por compromiso con la industria, ya sea por conveniencia, ya sea por puro integrismo mercachifle.
Huele a rata, camina como rata, se comporta como rata… Para prácticamente todo Chile es una rata, no así para los políticos, los grandes empresarios y los intelectuales a sueldo. Ellos ven algo distinto, una especie maravillosa que bien vale preservar y multiplicar. Es evidente la razón para tanta porfía: para algunos será una cuestión de conveniencia personal, para otros será por simple fanatismo ideológico, del más extremo, ese que le impide a una persona tomar distancia de sí mismo y de sus creencias sin importar que éstas hayan sido desmentidas por la propia realidad.
A menos de 48 horas de la gran marcha, el coordinador nacional del movimiento #NoMasAFP, Luis Mesina, cree que el Gobierno finalmente se inclinará nuevamente por los cambios cosméticos, aunque confía en que el sistema caerá por el peso mismo de la realidad, esa misma realidad que la élite dirigente se niega a observar.
“Esta es una lucha paradigmática en la que se enfrentan dos visiones de mundo: una que cree que cada uno de nosotros se debe rascar con sus propias uñas, y otra, en la que nos inscribimos nosotros, que cree que los seres humanos se necesitan los unos a los otros”, sostiene el dirigente sindical bancario, a las claras uno de los personajes emergentes de la escena política en este 2016.
“Al final se impondrá la racionalidad, la misma racionalidad económica que tanto se invoca. Nosotros vamos a esta nueva jornada de protestas con la convicción de que estamos enfrentando a gente que se cierra en su fanatismo. Hablo de gente que cree que hasta (Milton) Friedmann es izquierdoso. Es una lucha larga, queda mucho todavía por delante, pero seguiremos adelante. Este domingo daremos a conocer las nuevas acciones que emprenderemos para ponerle punto final al actual sistema de capitalización individual”, agrega.
“Estamos en esa fase, la fase de la lucha ideológica que aquellos que defienden el actual modelo disfrazan de cualquier cosa. Hay una resistencia brutal y porfiada a la evidencia que arroja el sistema de pensiones. Es un dogma de fe tremendo. En increíble que en este país toda política pública está definida a priori por variables como costo-beneficio, prescindiendo de variables fundamentales como la misma especie humana”, señala Mesina.
“Los que desean mantener el sistema están en las antípodas de lo que proponemos nosotros. Para nosotros lo primero y más importante es el valor de la vida humana. Pensemos que la historia de la previsión parte por la asistencia médica, y hasta en eso el Estado de Chile ha optado por subsidiar el negocio de la salud privada”, dice más tarde.
Asimismo, Mesina se encarga de desmentir los mitos que han echado correr quienes, prescindiendo de toda investigación seria y rigurosa, se oponen a la restauración de un sistema de reparto o la implementación de un sistema mixto. “Yo entiendo del tema porque llevo trabajando en bancos por más de cuarenta años. Y este sistema se cae a pedazos no porque no sea exitoso para los grupos económicos, sino porque no paga buenas pensiones, y no lo hará nunca. No bajo este esquema”, sostiene.
“Insistir en que el sistema de reparto tiene problemas, como en España, es derechamente mentirle a la gente. Aun cuando las pensiones se han visto afectadas por la crisis financiera, la sociedad española tiene derechos que cree irrenunciables, y que bien ayudan a mitigar toda afectación en el sistema. España tiene seguro de cesantía y un sistema de salud de nivel que aquí se nos ha negado”, concluye.