Más de 155 mil personas se acogieron al proceso de regularización migratoria impulsado por el gobierno de Sebastián Piñera. El número de regularizados se adivina, a priori, bastante inferior al número de extranjeros que ha llegado el último tiempo a construir su proyecto de vida en Chile. Mal que mal, fueron voceros de este gobierno los que dejaron entrever que el número de inmigrantes en Chile se había disparado en el anterior gobierno. «Precisamente por carecer de realismo y por darse en un plazo tan acotado, (este proceso) dejará a muchas personas sin regularizarse», nos dice Rodolfo Noriega, representante de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes, poniendo en tela de juicio no sólo la eficacia del proceso, sino que también las motivaciones que estarían detrás del mismo. «Este es un tema rentable políticamente», señala Rodolfo Noriega.
Aun cuando el xenófobo ha perdido el pudor para denigrar a los extranjeros latinoamericanos que han llegado al país, aun cuando las voces de ultraderecha se creen autorizadas a vociferar contra los migrantes y a pedirles que abandonen el país, y pese a que se perfila la instrumentalización mañosa del asunto migratorio en una futura contienda electoral, el abogado y refugiado peruano Rodolfo Noriega, dirigente de la Coordinadora Nacional de Inmigrantes, es optimista respecto del curso que tomará esta discusión en los próximos años.
Ciertamente el escenario se ve bastante negro a juzgar por los temores que genera este fenómeno en grupos importantes de la población local, así como un enfoque gubernamental errado que, tal como se vio en el último proceso de regularización masiva, sólo contribuye a reforzar mitos y estigmas contra esos extranjeros que han llegado a construir su proyecto de vida dentro de nuestras fronteras. Noriega está consciente de todo ello, pero «yo soy de los que tengo una enorme confianza en el pueblo de Chile. Siempre he confiado en su fortaleza moral, en su solidaridad, su madurez y sensatez, y al final ese discurso de ultraderecha va a ser derrotado. Chile ha derrotado una y mil veces al fascismo, y creo que volverá a derrotarlo esta vez», sostiene el dirigente de la comunidad migrante.
¿Cómo evalúa Noriega, así como el resto de la población migrante, el proceso de regularización impulsado por este segundo gobierno de Sebastián Piñera? «Ha sido un proceso con enormes fallas de diseño, y el gobierno introdujo elementos para hacerlo más selectivo que lo terminaron distorsionando. Se nota que hay un intento por impedir la llegada de migrantes de ciertos países y tratando de desarticular a la Coordinadora Nacional de Migrantes», señala el abogado.
«Le dio un sello de seguridad pública innecesario que no da garantías necesarias a nadie, pidiendo certificados y documentos, como en el caso de los venezolanos y haitianos, que no dan cuenta de la buena conducta de nadie. Un papel puede decir cualquier cosa. Para peor no consideró que en ambos países, por los problemas que los aquejan, hay enormes problemas para conseguir esos papeles, y eso pasa incluso con los que se encuentran allá. Sus consulados ni siquiera están preparados para eso», sostiene. «En Haití el certificado de antecedentes no entrega la policía. ¿De verdad alguien cree que ese papel da garantías de intachable conducta anterior? En esos países hoy es difícil incluso acceder a una cédula de identidad», agrega.
El punto es que, independiente de la irracionalidad de la exigencia, «este tipo de procesos genera una imagen, genera una idea de que se está haciendo algo. El gobierno de muestra humano, se muestra moderno, aunque al mismo tiempo estas acciones, como pedir visas consulares a determinados grupos, alientan a grupos neonazis y distrae a la opinión pública de otros problemas serios. Decir que hay migrantes que podrían venir a Chile a cobrar el bono marzo demuestra que hay un uso malicioso de esta temática. Este es un tema rentable políticamente», señala Rodolfo Noriega.
Y añade: «Este es un tema país. Está claro que una reforma profunda sólo se llevará a cabo en un próximo gobierno, con nuevas políticas públicas, con un nuevo enfoque. Chile entrará en un debate que se está viendo en el mundo entero cuyo resultado no sabemos, mientras se empoderan movimientos de ultraderecha y nacionalistas».
Según el dirigente de la comunidad migrante, el pueblo chileno debe entender que es precisamente la actual legislación la responsable de generar aquellos fenómenos que dificultan una inserción más armónica de los extranjeros en Chile.
«Todo esto impacta en los conflictos sociales, en salud, en el tema previsional, en el acceso al trabajo en condiciones más precarias y en el acceso a la vivienda. La ley chilena de Extranjería, así como los decretos con fuerza de ley número 69 y 1.094 que apuntan a favorecer una inmigración selectiva, discrimina a los extranjeros considerándolos a priori como un peligro para la sociedad. Es una legislación que crea bolsones de irregularidad, que impide regularizar flujos pues choca con la realidad, y este proceso de regularización no corrige ni mitiga el enfoque errado de la ley, al punto que, precisamente por carecer de realismo y por darse en un plazo tan acotado, dejará a muchas personas sin regularizarse. La inmensa mayoría de los migrantes es gente trabajadora, es gente de sacrificio, son emprendedores dispuestos a enriquecer a Chile en sujeción a sus leyes».
El esfuerzo y espíritu de superación de los migrantes es un activo del país. Y para valorar ese activo necesitamos, según Noriega, «una agenda corta que elimine las visas consulares y ampliar el proceso de regularización, bajar requisitos, además de dar los permisos de residencia para que la gente pueda trabajar, contribuir e integrarse en armonía«, indica el abogado peruano, algo que se consigue en la medida que el migrante, como cualquier persona que quiere formar parte del proyecto-país, pueda acceder a derechos sociales en igualdad de condiciones.
Uno de los temas más complicados dice relación con el acceso a la vivienda, un problema que amenaza con agravarse toda vez que se observa un número importante de abusos en contra de migrantes que no tienen otra opción que residir en condiciones precarias, lo que impacta precisamente en las condiciones de seguridad barrial y en la misma convivencia.
«El tema de la vivienda es muy complejo. Chile debe explorar nuevas formas de habitabilidad, desarrollar nuevas formas de vivienda transitoria, con departamentos más funcionales. Y ojo que ya no pienso sólo en migrantes que vienen llegando a Chile, sino también para jóvenes profesionales que todavía están muy lejos de explorar la posibilidad de acceder a una cosa propia, decisión que es más posterior y de muy largo plazo. No podemos estar dependiendo del mercado», concluye.