Mientras el tema minero alerta con entrar de lleno en la Convención Constituyente, ya sea en la discusión sobre los recursos naturales no renovables y el enfoque ecológico de la nueva Carta Magna, el conflicto entrega claves acerca de las colosales utilidades que arroja una industria privada extractiva que deja muy poco en Chile (salvo los pasivos ambientales) y que, para colmo de males, tampoco reparte en justicia todos los beneficios que genera, lo que debería ocurrir tanto en los territorios que interviene como en los trabajadores que se desempeñan en sus faenas.
Los 2.175 mineros del sindicato número 1 de la mina Escondida, y que hace unos días optaron por rehusar la “oferta final” de la BHP, lo hicieron pensando en algo muy simple: apoyar a sus líderes en el rechazo de la oferta, e instruirlos para negociar firmemente con ejecutivos de la multinacional anglo-australiana.
El resultado fue más que contundente: el 99,5% de los trabajadores que emitieron su voto, dijeron que no. Sólo 11 de esos trabajadores votaron por aceptar la oferta de la BHP. La multinacional de inmediato pidió la mediación del gobierno chileno. Y sacó una declaración diciendo que tiene esperanzas de alcanzar un acuerdo gracias a esa mediación. Ah, y otra cosa: dijo que el interés de la BHP ha sido siempre encontrar un acuerdo con los trabajadores, por lo que sigue abierta al diálogo.
Sin embargo, lo que esos mineros chilenos nunca imaginaron es que su votación iba a causar gran conmoción en los círculos financieros del mundo, especialmente en Australia e Inglaterra. Y, por supuesto, causó un remezón grado 10 en los mercados internacionales de metales.
La votación de los mineros de La Escondida se produjo en un momento clave; en primer lugar, BHP se prepara para dar a conocer el resultado de su balance anual de actividades, en ocho días más. En segundo lugar, porque las acciones de BHP han alcanzado cifras récords, gracias a buenos resultados obtenidos en sus operaciones globales. Entre las cuales, su división cuprífera es una de las más rentables; especialmente La Escondida. En tercer lugar, porque los gigantescos inversionistas (dueños de acciones) de la BHP, se preparaban para conocer el monto de los dividendos de sus acciones. Y recibir tales dividendos mientras la mina de cobre más grande del mundo se encuentra paralizada en medio de un conflicto sindical, no es algo que tenga una buena óptica. En cuarto lugar, porque el conflicto coincide con un crucial momento en la vida política y social de Chile, con una elección presidencial ad portas, sus fuerzas progresistas en ascenso y cada día más seguras de sí mismas. En quinto lugar, porque hace menos de un mes, se conmemoraron 50 años desde que, por iniciativa del gobierno de Salvador Allende, el Congreso Nacional, por la unanimidad de sus miembros, aprobó la Ley 17.450, que nacionalizó la Gran Minería del Cobre.
Y como si todo eso fuera poco, BHP enfrenta una serie de otras crisis: hace unos días, un Comité del Senado australiano abrió una investigación, luego que la Policía acusara de violación a empleados de BHP, casos que están siendo debatidos en Cortes de Justicia. Desde finales del 2019, se han producido cuatro casos de denuncias de violación de mujeres. Mientras tanto, en Western Australia, BHP fue acusada por líderes del pueblo aborígen Banjina, habitantes originales y dueños de esos lugares, de haber destruido sitios sagrados de su herencia y cultura protegidos por la ley. Y en Londres continúa una batalla legal de proporciones épicas, luego de que una corte de justicia en Brasil ordenara a BHP pagar una multa y compensación en billones de dólares tras el desastre humano, económico y ecológico de noviembre del 2015, cuando se produjo el derrumbe de represas de relave que destruyó el poblado de Bento Rodrigues, en Minas Gerais, causando la muerte de 17 personas y más de medio centenar de heridos graves.
La confluencia de todos esos factores ha creado condiciones como para una “tormenta perfecta”, una que tiene nerviosos a los altos ejecutivos de BHP pero también a los inversionistas dueños de gigantescos paquetes de acciones. Y además, a quienes controlan los mercados de metales del mundo. Tanto es así que desde que los mineros de La Escondida votaran por el rechazo de la oferta de BHP, los más grandes y serios periódicos australianos como “The Age”, “The Sydney Morning Herald”, “The Australian” y noticieros de radios y cadenas de TV como ABC y SkyNews, y servicios de noticias internacionales como Reuter, Al Jazzera, Blooomberg, The Guardian, The Wall Street Journal, The Bangkok Post, y una infinidad de analistas especializados en economía, finanzas e inversiones, siguen ávidamente lo que ocurre con los mineros chilenos en La Escondida.
Cuando en todo el mundo se supo la noticia de la votación, esa misma noche el precio del cobre subió en un 3, en cosa de horas. Un análisis de Vivek Dahr, del “Commonwealth Bank”, uno de los cuatro grandes bancos del país, señaló: “Se vislumbran problemas futuros en la oferta del cobre, por los posibles problemas en la producción en Chile, así como por los problemas que están enfrentando las provincias chinas productoras de cobre, afectadas estos días por graves inundaciones”.
Se suma a eso que otras dos grandes minas de cobre en Chile (Andina, de Codelco; y Caserones, de la JX Nippon Mining) se encuentran en un estado similar de sus negociaciones colectivas. Esas tres minas, juntas, representan el 7 % de la producción mundial. Huelgas en las tres, se producirían en un momento muy sensible, tanto por el ciclo en que se encuentra la producción mundial de cobre como por el delicado momento que se vive en Chile.
Todo esto trae sumo nerviosismo a los inversionistas internacionales. El alto precio del cobre, que se mantuvo estable entre fines del 2018 hasta principios del 2020 (US$2.80 la libra, promedio), sufrió un descenso brusco pero corto en la primera mitad de ese año (bajó a US$4 2.15 por unos días) pero se recuperó rápido, y en la segunda mitad del 2020 y toda la primera mitad del 2021, creció en forma asombrosa, llegando a alcanzar en junio del 2021 el precio más alto de los últimos años, US$4,90 la libra. El precio sigue alto (US$4.40 la libra). Expresado en otras cifras, en las últimas semanas, el cobre subió un 4%, de US$9.300 la tonelada métrica, a US$9,700.
Pero así como el precio del cobre subió bruscamente tras la votación en La Escondida, el precio de las acciones de BHP bajó de inmediato. Y esa noche, sus acciones cayeron en un 2.09 % en el “New York Stock Exchange“, la Bolsa de Valores de Nueva York. Esto significó un duro golpe. De acuerdo a informaciones de la propia BHP, sus operaciones cupríferas constituyen algo así como un tercio de sus ingresos anuales, que suman unos 43 mil millones de dólares. Con ganancias netas de 8.736 millones, según su último informe anual.
De acuerdo a “Motley Fool Share Advisor”, la empresa basada en EEUU y que asesora a grandes inversionistas internacionales, las operaciones de la BHP han sido tan exitosas, en especial su división cuprifera, que el valor de las acciones de BHP desde comienzos de este año habían subido en un 26%. Y en 12 meses, aumentaron en un 43,5 %. Y en los últimos 5 años, habían subido su valor en un 171%. Pero, el posible conflicto, amenaza la bonanza.
Por esta razón, BHP anunció que el valor de sus acciones iban a estar volátiles e inestables en los próximos días, dada la incertidumbre producida por el movimiento laboral de los trabajadores de La Escondida.
Conflicto impacta en el conjunto de la industria
Eso también está afectando al pago de dividendos a los gigantescos inversionistas internacionales, que son en definitiva los dueños de BHP. De acuerdo a un análisis del banco norteamericano JP Morgan, publicado en la revista especializada “Proactive”, en los próximos tres años, la BHP y “Río Tinto”, otra trasnacional gigante en minería y recursos energéticos, le iban a pagar a sus inversionistas, un total sumado de 100 mil millones de dólares.
El análisis de JP Morgan, un banco de EEUU que actúa como corredor en la Bolsa de Acciones, informa que hace pocos días, “Río Tinto” anunció el pago interino de 9.100 millones de dólares a sus inversionistas, por el ejercicio de lo que va corrido de este año. Y que “Río Tinto”, entre 2021, 2022 y 2023, se estima que va a pagar dividendos sumados de 52 mil millones de dólares, lo que es mas o menos como un tercio de su valor de mercado, y es una suma similar a los dividendos de la última década (10 años sumados).
Añade JP Morgan que la BHP está en una posición similar, en cuanto al pago de dividendos. Dichos resultados van a ser dados a conocer el 17 de agosto, conjuntamente en Australia e Inglaterra.
Estadísticas oficiales en Australia señalan que los mineros de ese país, ganan entre $77.000 y $240.000 dólares australianos por año. Pero, el promedio es de $106.000. Lo que representa, en pesos chilenos, algo así como 61 millones al año, o poco más de cinco millones de pesos al mes. Un minero de La Escondida, gana dos veces y media menos que eso. Y aunque tiene un sueldo muy superior a otros trabajadores chilenos, sus gastos son mucho mayores. Antofagasta y las grandes ciudades mineras del Norte, están entre las ciudades con los más altos costo de vida del país.
Los trabajadores del Sindicato Nº1 de La Escondida, y sus dirigentes, desean compartir los enormes beneficios que la mina le depara a sus dueños e inversionistas. Ellos saben que, en los mercados de metales, quienes compran el “metal rojo” no hacen diferencia. Ellos pagan los mismos precios, ya sea ese cobre fue producido en Chile, Canadá, Australia o Africa. A nadie le importa si ese metal fue producido con altos o bajos costos salariales. Y por eso mismo, los trabajadores de La Escondida, argumentan sus líderes, así como fueron parte del esfuerzo por su producción, también es justo participar y ser parte de los beneficios, lo que se obtiene por la vía de bonos basados en rendimiento y productividad. Es decir, que en La Escondida, sus trabajadores están repitiendo el clamor de todo Chile: que los beneficios del esfuerzo conjunto sean mejor repartidos.
El Sindicato de La Escondida está pidiendo que la BHP establezca un sistema de desarrollo profesional, y que un 1% (uno por ciento) de lo que la BHP paga en dividendos a sus accionistas, se reparta entre los empleados. Esos serán los urgentes temas presentes en dichas negociaciones.