¿Qué debemos hacer para evitar la degradación de los ecosistemas e impedir que el planeta se siga convirtiendo en un lugar inhóspito? Quizás no debemos inventar la rueda, pues la solución ha estado siempre ahí, en los saberes y prácticas de aquellos pueblos nativos que, hace centurias, aprendieron a entenderse con la naturaleza desde una perspectiva de sustentabilidad y respeto.

*Bosco González Jimenez (PhD)
Investigador superior adjunto. Universidad Arturo Prat-Fundación Altiplano. 
Comisión de memoria y Derechos Humanos Colegio de sociólogos de Chile.

El  cambio climático se  ha puesto de moda y llego para quedarse. Su incorporación al debate publico se ha desplegado de forma exponencial en los últimos dos meses ocupando la agenda publica de gobiernos y grandes corporaciones multinacionales, configurándose una coyuntura política que debe ser revisada con suspicacia analítica. No todo lo que brilla es oro y hay mucho por hacer para desenredar la madeja.

La actual  coyuntura medioambiental tiene dos caras, una muy atractiva, toda vez que permite sacar de las tinieblas esta temática,  y otra menos atractiva dado que las organizaciones publicas y privadas -muchas de ellas con necesidades enormes de legitimidad social y un muy bajo nivel de compromiso medioambiental- se posicionan de forma hegemónica con propuestas retóricas en un contexto donde muchas de las respuestas están tejidas en la memoria de la humanidad hace miles de años. Solo hace falta guardar silencio y escucharlas.

Mientras mas aumenta la exposición mediática de la problemática ambiental, la voz de los  movimientos sociales, las organizaciones territoriales indígenas y organismos no gubernamentales se invisibiliza crecientemente, respecto de esto la OIT señala que la función de las más de 370 millones personas indígenas en la lucha contra el cambio climático ha sido ignorada en gran medida.

Hoy los pueblos originarios, conocedores ancestrales del comportamiento climático, portadores de sistemas de etnoclasificación y etnopredicción (Levi-Strauss,1962) de acontecimientos “atípicos”, constituyen un aporte significativo a los debates actuales sobre la crisis medioambiental. Sus contribuciones van desde los sistemas de gestión de riesgos en emergencias y desastres medioambientales, como en ámbitos tan relevantes como la producción agropecuaria intensiva en contextos adversos y seguridad alimentaria.

Sin ir mas lejos, la UNESCO (2005) señala como los indígenas Moken de Tailandia en las costas de Yan Chiak, reconocieron señales en el mar que permitieron alertar a la población y salvar sus vidas en el tsunami del año 2004.

Desde el punto de vista de la contribución de los indígenas a la conservación de reservas naturales es posible señalar como en Vietnam, las mujeres indígenas de Bihn velan por el cumplimiento de reglamentaciones comunitarias tradicionales que persiguen el ordenamiento en el uso y explotación de los bosques nativos, teniendo un efecto disuasorio significativo que tiende a proteger sus medios de reproducción material de la vida social (Hien et al,2011)

Desde el punto de vista de los usos de tecnología agropecuaria los pueblos indígenas constituyen un reservorio inconmensurable. Las investigaciones de Grillo (1990) y Castillo (1999) para el área andina peruana manifiestan que el que el campesinado indígena que accede a menos del 20% del territorio, de forma comparativa con los grandes centros industriales, es dos veces mas productivo aportando mas de la tercera parte del total de alimentos de Perú. 

Una investigación desarrollada por la Universidad Nacional del Altiplano de Puno y el IECTA (2002) muestra cómo los indígenas de Puno orientan la toma de decisiones para la producción agropecuaria con sistemas de etnoclasificación que poseen toda la eficacia del caso. Veamos que nos dice Juan Gutiérrez de Llallagua: “Este año yo no he sembrado papas en Quqanipampa, porque he escuchado en radio (…) y por eso no sembré más papas. Los que sembraron fijándose en las nubes del 15 de agosto en Mamita Asunta, han sacado bastante cosecha, han sacado papas grandes”

Como se puede apreciar, son variados  los componentes que permiten indicar que muchos de los problemas que hoy por hoy enfrenta esta humanidad ingrata tienen solución en un lugar que no conocemos, en la memoria ancestral de quienes han creado la vida por cientos de años. 

Ahí están las reservas epistémicas que pueden orientar a una modernidad insensible. Es por esto y mucho mas que resulta relevante hacerlos protagonistas, no para hacer extractivismo intelectual, sino para devolver la merecida dignidad de quienes han sabido resguardar el 80% de la biodiversidad del planeta, pese a representar el 15% de la pobreza mundial, ser víctimas de asesinato,  encarcelamiento y persecución, como es el caso del dirigente mapuche Héctor Llaitul, quien ha sido premiado por su contribución a la conservación del medioambiente.

El Soberano

La plataforma de los movimientos y organizaciones ciudadanas de Chile.

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