El Colectivo de Geografía Crítica Gladys Armijo y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales publican el atlas didáctico “Dimensión Socioambiental de los conflictos territoriales en Chile”, una guía que, como resultado de un extenso y riguroso trabajo de campo, pretende ilustrar sobre la gravedad de la destrucción de los ecosistemas en aras del crecimiento. Sin embargo, este material se hace cargo también del otro daño, ese daño del que no siempre se habla, y que es por lejos el más nocivo de todos: el quiebre que sufren las comunidades cuando algunos de sus integrantes apoyan la realización de un proyecto de inversión que amenaza con perturbar la forma de vida de ese grupo humano.

Imagina un mapa que dé cuenta, con sumo detalle y rigor, de todo el vandalismo ocasionado contra el medioambiente en aras del “progreso”: contaminación de la tierra por metales pesados, monocultivos, ríos contaminados con químicos o riles producidos por animales en engorda, pestilencia permanente, deforestación, déficit hídrico, erosión de suelos, el pudrimiento del mar por la cría de salmónidos… Seguramente el mapeo debe estar muy recargado de figuritas después de tantas décadas de estropicio.

Presentación del atlas en la facultad de Historia y Geografía de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación

En efecto: el atlas (es posible descargarlo también aquí) tiene un aspecto aterrador ya que, a excepción de la contaminación radiactiva, pareciera que no existe daño que ya no se haya producido. Más impactante se torna el mapeo cuando se toma en cuenta que este atlas siquiera comprende la totalidad del territorio. Pero con la muestra basta y sobra para darse una idea de los efectos del modelo extractivista y primario exportador, que incluye el daño más irreversible y demoledor de todos: la fractura de las comunidades, el quiebre y el resentimiento que dejan a su paso proyectos de inversión invasivos que alteran las dinámicas propias de un grupo en relación con su entorno.

“Para explicarse la realización de un determinado proyecto de inversión es necesario separar al sujeto de su comunidad. Esa es la principal estrategia del capital en un estado así llamado ‘neoliberal’: arrancar a la persona de su entorno, dividir ese entorno, fragmentarlo, y fragmentar a una comunidad es romper con una familia extendida”, dice Froilán Cubillos, del Colectivo de Geografía Crítica Gladys Armijo.

Froilán Cubillos, del Colectivo de Geografía Crítica Gladys Armijo

“Cuando el capital logra penetrar es porque ya ha fragmentado lo social, es lo primero que se propone romper. ¿Qué hacen las mineras, por ejemplo? Bueno, mientras los geólogos hacen prospecciones en el terreno, los sociólogos hacen prospecciones en la comunidad. ¿Qué hace gente como (Eugenio) Tironi? Pues eso: detectar a sus líderes, conocerlos, saber quiénes son sus colaboradores, sus opositores, quieren saber sus necesidades y así instalan la cuña”, agrega.

El atlas más parece un mapa de la corrupción en Chile. Lucio Cuenca, del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, OLCA, suscribe la afirmación. Mal que mal, recuerda que los primeros en denunciar la corrupción político-empresarial fueron las mismas comunidades. “Son los primeros que alertan las colusiones, las componendas, los conflictos de intereses y otras situaciones constitutivas de delito son esas comunidades. Un proyecto viene siempre avalado por una legislación y una política pública que habla de progreso, y una voluntad política que hace que todo esto se haga a la buena o a la mala, pasando a llevar incluso una institucionalidad de por sí frágil”, sostiene Lucio Cuenca.

Lucio Cuenca, del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales

“Se ha visto a diputados, concejales, intendentes, alcaldes apoyando proyectos por sobre la legislación. Lo hemos visto ahora último con Octopus, pero antes lo vimos en Pascua Lama, o en Alto Maipo, donde la directora de nacional de Conaf (Catalina Bau) era la exesposa de Enrique Correa, que era el que le hacía el lobby a Alto Maipo, y alineó a todo el servicio en apoyo de ese proyecto que amenaza a toda la cuenca de la capital”, concluye.

Este Atlas el resultado de un extenso y riguroso trabajo de campo realizado por el Colectivo de Geografía Crítica Gladys Armijo y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales. El atlas se compone de cinco regiones productivas: la región minera, con un mapeo de la zona alta del Valle del Huasco; una forestal, con mapas de la Araucanía, específicamente del Lago Budi; la energética, con un mapeo del Huasco a propósito del proyecto Punta Alcalde; la región cárnica, mapeada en San Pedro de Melipilla; y al final la región urbana, con el foco puesto sobre la zona aledaña al bosque Panul, el último gran bosque nativo del conurbano santiaguino.

El Soberano

La plataforma de los movimientos y organizaciones ciudadanas de Chile.

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