Surge la inquietud ante el aumento descontrolado de candidaturas independientes que pretenden un verdadero cambio al rayado de cancha institucional que consagra el actual modelo, pese a que las últimas modificaciones legales permiten la creación de una lista única sin necesidad de recurrir al apoyo de los actuales partidos.
Un grupo de ciudadanos de marcada tendencia antineoliberal expresó la necesidad de tender puentes en ese mundo ante la inminente dispersión de votos, situación que permitirá sobrerrepresentar a las fuerzas partidarias de mantener un sistema político, social y económico que mercantiliza todas las esferas de la vida. El plazo se acaba: el 11 de enero han de ser inscritas las candidaturas.
La mutilación de ojos, las golpizas, las detenciones arbitrarias, las torturas, los heridos, los casi 40 muertos que dejó la revuelta, la decisión de la ciudadanía de salir a la calle para exigir un nuevo pacto social y la apabullante votación en favor del Apruebo a una nueva Constitución son hechos que habrán pasado en vano a partir del 11 de abril, día en que se lleve a efecto la elección de aquellos que discutirán y redactarán la nueva carta magna para las próximas décadas.
Eso es lo que ocurrirá si persiste la aguda fragmentación de candidaturas independientes que genuinamente pretenden la superación del orden neoliberal imperante, tal y como lo advierte un nutrido grupo de ciudadanos integrado por profesionales, investigadores, académicos, pobladores, activistas, empresarios, artistas, científicos e intelectuales que, sin tener interés en lanzar candidaturas propias, ven con profunda inquietud la inminente sobrerrepresentación de las fuerzas conservadoras en la Convención Constituyente, situación que sepultaría la esperanza de millones de chilenas y chilenos que anhelan una verdadera transformación del modelo político, social y económico heredado de la dictadura.
Según los firmantes de la declaración, las fuerzas transformadoras repartidas en un número indeterminado de candidaturas independientes obtendrán, en virtud del sistema electoral D’Hont, una representación conjunta muy inferior a la que obtengan la derecha y los partidos de la ex Concertación, ambas fuerzas partidarias de conservar, aunque en distinta medida, un modelo que concentra la riqueza y el poder, y que profundiza, de paso, la atávica desigualdad social, llevando a la marginalidad a grandes capas de la población y corrompiendo la convivencia y las instituciones, situación que se ha tornado patente con los últimos hechos de violencia delictual que tanta conmoción han provocado en la ciudadanía.
“Lo que va a ocurrir es que la derecha gozará y los partidos políticos tendrán una enorme sobrerrepresentación, restándole legitimidad a todo el proceso ya que las mayorías, que pugnan por una participación de independientes, verán que la asignación de escaños estará muy lejos de representarlos. La gente votó por una nueva Constitución que sea escrita por independientes de los partidos políticos, por lo que habrá mucha desilusión”, señaló Rosa Moreno, politóloga y feminista, quien ve con preocupación cómo avanza el tiempo, toda vez que el próximo 11 de enero expira el plazo de inscripción de candidaturas.
Rosa Moreno cree, asimismo, que la prematura deslegitimación del órgano constituyente incidirá en el previsible agravamiento de la severa crisis política y social que afecta a nuestro país. “Esta fragmentación tan extrema de los independientes antineoliberales le permitirá a la derecha ser mayoría en la Constituyente, al punto que ya ni siquiera tenemos la seguridad de que obtengamos un tercio para impedir que la derecha pase su aplanadora y mantenga todo tal cual”, agregó.
Consecuencias de 40 años de cultura neoliberal
Mauricio Salinas, académico y abogado que integra esta plataforma de ciudadanos independientes sin interés en levantar candidaturas propias, destacó dos elementos que explican este fenómeno: por una parte, la profunda desinformación que aún hoy persiste en el mundo independiente respecto de la posibilidad de armar una lista única que impida la dispersión y, por otra, el individualismo que impulsa la acción política, una de las secuelas más terribles que nos dejaron los últimos 40 años de cultura neoliberal.
“Hay una desinformación y escasa voluntad de diálogo entre todas las voces independientes que desean cambiar de verdad el modelo de la dictadura cívico-militar. Muchos independientes no saben que pueden conformar su propia lista sin necesidad de arrimarse a los partidos, algo que resulta muy poco aconsejable si consideramos el enorme rechazo que estas instituciones despiertan en la ciudadanía”, destacó el académico penalista.
“Pero lo más difícil de cambiar es el individualismo que se instaló en Chile, una actitud muy corrosiva que impide tender puentes y articular iniciativas de cambio. Todo esto tiene mucho que ver con el clima de desconfianza interpersonal y hacia las instituciones que instaló el modelo. Con desconfianza no hay diálogo, sin diálogo no hay cooperación, y sin cooperación sólo queda el desinterés por el otro y la competencia. Y el modelo funciona gracias a la competencia descarnada y brutal de unos contra otros”, reflexionó.
Agregó Salinas: “No debemos olvidar que los partidos en el poder, tanto de la derecha como de la ex Concertación, no hicieron mucho por abrir esta instancia tan importante de participación al mundo independiente. Desde un comienzo pusieron trabas para las firmas, para los escaños reservados, no hicieron mucho por informar a la gente y se aprovecharon de la pandemia y los plazos acotados para conseguir algo muy concreto: apoderarse del proceso”.
Quienes integran esta plataforma de electores llamaron a los movimientos de independientes a generar espacios de discusión y explorar alianzas que potencien el impulso transformador surgido con la revuelta social, de tal modo de maximizar las posibilidades de conseguir un cambio en la configuración del poder político, condición fundamental para avanzar en la superación del modelo.
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