El Plan de Retorno Humanitario iba a significar una ayuda para la comunidad haitiana, pero para Mackendy Florestal, un inmigrante haitiano en Chile, no fue más que una pesadilla.
La Jefatura Nacional de Migraciones y Policía Internacional dicen tener un documento que comprueba su salida del país en un vuelo de la FACh tras haberse acogido al plan. En cambio, Florestal tiene un boleto de avión que demuestra lo contrario.
Esta es la historia de uno de los 1.594 haitianos que pese a inscribirse al programa decidieron no abordar el avión que ofreció el gobierno y su lucha ante el poder del Estado para poder volver a pisar territorio chileno.
Por Simona Paranhos, Valentina Contreras e Ignacio Aguirre
Traducción de Julio Rubens Moricette
Luego de quince horas de viaje en avión desde Puerto Príncipe, Haití, el 19 de enero del 2020, Mackendy Florestal (31), de nacionalidad haitiana, llegó al Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez de Santiago. Era su segunda vez en el país, pero en esta ocasión no sabía que permanecería solo un día en el territorio chileno. Sin entender lo que ocurría, Florestal fue trasladado por la Policía de Investigaciones a una habitación pequeña y vacía. Después de 17 horas sin acceso a un baño, una cama, e incluso comida, solamente acompañado por cuatro paredes, a Florestal se le permitió hacer una llamada a su amigo Jesús (34), otro haitiano que vivía en Concepción a quien hemos modificado su nombre para resguardar su identidad.
- Aló, ¿Mackendy?
- Jesús, ayúdame por favor, estoy detenido en el aeropuerto y no sé por qué. Me quieren devolver a Haití, tienes que venir a ayudarme.
Al día siguiente Florestal fue expulsado de Chile, ya que contaba con una declaración jurada que lo inscribía en el programa de repatriación del gobierno, la cual firmó el 30 de octubre del 2018 cuando vivía en Concepción, en la que dispuso su salida voluntaria del país con la condición de no retornar a Chile durante los próximos 9 años. Pero si bien Florestal firmó este documento, nunca hizo uso del programa ni volvió a Haití en un vuelo de la Fuerza Aérea de Chile y el Estado. Su salida del país fue por cuenta propia el 10 de diciembre de 2019, o sea, casi siete meses después del último vuelo del plan a Puerto Príncipe.
El Plan Humanitario de Piñera
Casi un año y medio antes de la expulsión de Florestal, el 30 de agosto del 2018, el gobierno de Sebastián Piñera anunció el Plan Humanitario de Regreso Ordenado, programa que se dirigió principalmente a inmigrantes haitianos, como una oportunidad de retornar a su país de manera voluntaria y gratuita a través de vuelos de la FACh. Esta medida se llevó a cabo bajo la idea “de interés nacional, dotar al país de una migración ordenada, segura y regular”, enunciada en el Diario Oficial el 26 de octubre del mismo año. Sin embargo, el programa estuvo sujeto a estrictas condiciones, ya que quienes se acogieron al plan se comprometieron a la prohibición de ingreso a Chile por los siguientes 9 años.
El Plan Retorno Humanitario se ejecutó con irregularidades en sus registros, pues incluyó a personas, como Florestal, que si bien firmaron el programa, nunca hicieron uso de este servicio de repatriación. Esto sumado a varias críticas, el plan fue considerado discriminatorio por enfocar este “beneficio” mayoritariamente a inmigrantes de nacionalidad haitiana.
La llegada de Mackendy Florestal
Mackendy Florestal es afrodescendiente, alto y de facciones fuertes, ocupa el pelo al ras de la nuca y a pesar de que tiene algunos músculos, es delgado. Habla poco y nada de español. Nació en Puerto Príncipe, Haití, y llegó a Chile por primera vez el 22 de enero del 2018 en busca de trabajo y una mejor calidad de vida.
“Él vino a Chile a ayudar a su familia”, cuenta Martine Augustin (36), amiga de Florestal en Haití, quien también migró al país en busca de mejores oportunidades. Sin embargo, sus primeros meses en territorio chileno no fueron fáciles. No encontraba trabajo y la posibilidad de obtener una visa temporaria se veía lejana. “No tenía su cédula de Chile”, explica Jesús sobre la situación que complicaba a su amigo, a quien se le agotaban los recursos para permanecer en el país.
La migración desde Haití a Chile
La migración desde Haití a Chile no es un proceso que se da de manera natural, o al menos así lo plantea la Licenciada en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile y docente de la Universidad Diego Portales, Ximena Vial, al comparar la relación que existe entre ambas naciones. “No compartimos idioma, ni religión, y nuestra historia en términos étnicos, raciales y sociológicos es muy diferente”, explica. Aun así, Vial cree que es clave entender cómo se produce este flujo migratorio, por lo que ella plantea una posible respuesta.
Según la historiadora, antes de octubre de 2019 la imagen que se tenía de Chile era de una economía estable, un factor atractivo para las comunidades migrantes, no solo desde Haití, sino también de otros países como Perú y Venezuela. “Chile absorbía la mano de obra barata y los niveles de desempleo no subieron con la masiva migración que recibimos”, argumenta Vial.
Las dificultades de adaptación
Dentro del mismo contexto, el asentamiento de la comunidad haitiana en Chile ha presentado una serie de limitaciones que dificultan su integración a la sociedad e incluso pueden terminar en actos discriminatorios. Ximena Vial explica que la primera barrera que enfrenta un ciudadano haitiano es su desconocimiento al sistema institucional del país, el acceso a la salud o a una vivienda propia se vuelven complejos e incluso dan paso a situaciones abusivas. “Los migrantes son el blanco más fácil para las estafas, y los haitianos más aún por el idioma”.
Rubens Moricette, ciudadano haitiano residente hace 4 años en Chile, también evidencia los abusos que implica tener acceso a una vivienda propia, por los altos costos de arriendo para personas migrantes. “Tenemos que arrendar piezas chicas para vivir, a veces pagamos más que por un espacio normal”, comenta.
Según el informe de Estadísticas Migratorias del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Departamento de Extranjería y Migración (DEM), se estima que la población haitiana residente en Chile al 31 de diciembre de 2019 fue de 185.865 personas, lo que corresponde al 12,45% del total de las y los migrantes.
Un plan de retorno para Mackendy
Esta noticia parecía ser la única solución para Florestal, quien decidió firmar la declaración jurada del programa en una notaría de Concepción. Sin embargo, posterior a la inscripción y previo a la fecha de retorno, la respuesta del Departamento de Extranjería cambiaría sus planes. “Lo llamaron para decirle que salió su visa temporaria. Entonces, ya no quería volver a Haití”, agrega Jesús.
Martine Augustin cuenta que Florestal estaba asustado, ya que no sabía si al ya haber firmado el Plan de Retorno Humanitario le iba a traer problemas posteriores. Es decir, el programa no contaba con especificaciones sobre qué ocurría con las personas que ya no querían ser parte de este.
Según información del Departamento de Extranjería y Migración, obtenida a través de solicitud de transparencia, el Plan Retorno Humanitario finalizó el miércoles 29 de mayo de 2019 con 1.384 ciudadanos haitianos que retornaron a Puerto Príncipe en un total de nueve viajes que realizó la FACh.
Sin embargo, esa cifra de repatriados es inferior a la cantidad de inscritos al plan, es decir, a quienes firmaron la declaración jurada ante notario. se inscribieron 2.978 personas de nacionalidad haitiana, por lo que más de la mitad de los inscritos no retornó a su país de origen.
El racismo en Chile y las políticas discriminatorias
Además de la situación de Florestal, son muchas las críticas que se le han hecho al programa de repatriación impulsado por el gobierno. Las principales denuncias del plan giran en torno a una política discriminatoria hacia los ciudadanos haitianos. Pero también este ha presentado fallas internas en cuanto al respeto y consideración de los derechos de los migrantes, especialmente en el caso de las mujeres y menores de edad.
Jean Claude Pierre-Paul, trabajador social y miembro del Movimiento Acción Migrante (MAM), argumenta que existe una mala intención por parte del Estado en la creación del Plan Retorno Humanitario, ya que es un programa altamente discriminatorio y que invalida los derechos humanos de los migrantes.
“Chile es un país discriminador, pero no solo con los haitianos, sino que también con los Aymaras y Mapuche. Este país tiene una cultura discriminatoria con un doble estándar. Internacionalmente, el Estado dice que es acogedor con el extranjero, pero internamente no tiene esa actitud”, explica Jean Claude.
La licenciada en historia Ximena Vial explica que un factor que influye en la discriminación hacia la comunidad haitiana es el aspecto racial. “En Chile hay racismo”, sentencia y lo asocia la visión estereotipada que se forma a partir de las características fenotípicas de las clases sociales. “Una persona rubia, es una persona cuica, por ejemplo. Esas asociaciones con el aspecto tienen componentes raciales”. Esta situación también afecta las posibilidades de empleo de la comunidad haitiana, que según la docente, se limita a trabajos que no sean de cara al público por el mismo rechazo que transmite su imagen frente al estigma de cómo se ve a la población chilena.
Las críticas al Plan Retorno Humanitario
El Informe Anual sobre Derechos Humanos en Chile 2019, realizado por el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Diego Portales, hace referencia al Plan de Retorno Humanitario y cómo el programa presenta un interés enfocado en la comunidad haitiana. Inicialmente el plan estaba dirigido a todas las nacionalidades extranjeras que residen en Chile, pero los viajes solo se centraron con un destino, Puerto Príncipe, Haití. La página web de ChileAtiende señala que “durante la primera etapa se dará prioridad a ciudadanos haitianos. Los extranjeros provenientes de otros países quedarán sujetos a evaluación”.
Por otra parte, el Informe da a conocer que las condiciones que ofrecía el programa de repatriación afectan directamente los derechos humanos de la comunidad haitiana. El principal aspecto que enfatiza el documento es el carácter voluntario del plan, ya que si bien los interesados firman un documento donde disponen voluntariamente su renuncia a permanecer en Chile, este acto no se realiza con completo conocimiento del programa y en muchos casos este acto puede ser considerado una opción desesperada y como último recurso. El informe explica que hubo migrantes que utilizaron el plan para “evitar la expulsión o porque están detenidos, algunos de ellos indefinidamente, debido a la lentitud y complejidad de los procesos de reunificación familiar y de asilo, el riesgo de convertirse en indigentes, las malas condiciones de acogida o la retirada del apoyo social”.
Los cuestionamientos del plan fueron comparados con casos similares ocurridos en España e Italia, donde los programas mostraban gran interés en las personas que se acogían a este, siendo uno de sus principales objetivos velar por la reintegración social y su bienestar una vez hayan retornado a su país de origen. En el caso de Chile esto no ocurre. El Plan Retorno no presenta medidas posterior a la llegada de los aviones a Puerto Príncipe. Es así como, una vez fuera del país, los migrantes quedan desprotegidos y no cuentan con apoyo económico o social para su instalación en Haití.
Un último aspecto que critica el Informe con respecto al plan de repatriación es la vulneración de derechos a niños y niñas migrantes y la carencia de una perspectiva de género. El programa plantea que si la persona que solicita la inscripción tiene más familia en el país, toda esta queda sujeta a la decisión tomada por quien se denomine como “jefe de hogar”.
Es así como en caso de menores de edad, hijos o hijas de quien firma el documento, estos quedan “por arrastre” con un puesto en el avión, sin su consentimiento y desconociendo su voluntad de permanencia en Chile. Lo mismo ocurre en el caso de las mujeres migrantes, ya que como esposa de alguien que se acoge al programa, ella queda sujeta a este también sin que ella pueda ejercer su derecho a negarse.
Feliz de no haber tenido que abandonar Chile
Aunque Florestal se inscribió al Plan Retorno Humanitario, estaba feliz de no haber tenido que recurrir al programa y abandonar Chile por 9 años. Gracias a su visa temporaria logró encontrar trabajo, enviarle dinero a su familia y ahorrar para comprarse un boleto de avión y visitar a sus seres queridos. El 10 de diciembre del 2019, Florestal decidió viajar a su país natal, ya que se casaría con su actual esposa. Solamente iban a ser unas semanas de vacaciones para pasar la luna de miel. Florestal estaba emocionado, no veía a sus familiares hacía dos años.
Fue entonces, cuando su viaje había concluido y regresaba a Chile que la PDI lo detuvo, lo mantuvieron encerrado durante casi un día para luego expulsarlo del país. Florestal iba a pasar unos días en la casa de su amiga Martine en San Antonio, pero ya había pasado todo un fin de semana sin ella saber nada de él. Martine llamó a su prima quien vive en Santiago y le contó todo lo sucedido.
La expulsión ilegal de Mackendy Florestal
El 20 de enero del 2020, al día siguiente de haber sido expulsado, Florestal logró contactarse con Sergino Moreau, dirigente de la Coordinadora Nacional de Haitianos de Chile, quien le consigue al abogado y miembro del Consejo Consultivo de Migraciones Rodolfo Noriega para que vea su caso. Sin recibir alguna remuneración por su trabajo, Noriega ingresó ese mismo día un recurso de amparo que fue enviado a la Corte de Apelaciones de Santiago en contra de la Subsecretaría del Ministerio del Interior.
En el documento se expone que la Policía de Investigaciones detuvo a Florestal sin orden de autoridad competente y sin haber cometido alguna infracción, y luego fue expulsado ilegalmente. Entre sus argumentos, se explica que Florestal mantenía en ese entonces una residencia temporaria vigente en Chile. Para efectos del recurso, se entregó una copia de reserva de vuelo con fecha el 10 de diciembre del 2019, comprobando su salida del país por cuenta propia.
Un vuelo inventado por la PDI y la confusión de los jueces
Once días después, la Jefatura Nacional de Migraciones y Policía Internacional envió un informe a la Corte de Apelaciones. Argumentaron que las instituciones actuaron bajo las normas que establece la ley al momento de detener a Florestal y expulsarlo, ya que el hombre dispuso de una salida voluntaria del país al haber ingresado al Plan de Retorno Humanitario, y que por tanto deja sin efecto su visa temporaria y rechaza su solicitud de regularización.
Además, adjuntaron una fotocopia de la constancia de Libro de Reembarcados con fecha el 21 de enero del 2019, fecha la cual según PDI, Florestal viajó a Haití por el programa de repatriación. No obstante, de acuerdo con la información del Ministerio del Interior, obtenida a través de solicitud de transparencia, no existieron vuelos de la FACh en esa fecha. Solamente el 22 de enero con 150 pasajeros.
Asimismo, el abogado Aquiles Valdebenito Díaz, representante del Departamento de Extranjería y Migración (DEM), señala que Mackendy Florestal se acogió al Plan Humanitario de Regreso Ordenado el 11 de enero de 2019. Lo que se contradice con la firma en la declaración jurada de Florestal con fecha del 30 de octubre de 2018. Para efectos de este reportaje nos contactamos con el DEM, pero no hubo respuesta de su parte.
Noriega explica que los jueces cayeron en la confusión ya que los papeles presentados por Jefatura Nacional de Migraciones y Policía Internacional a la Corte de Apelaciones, como la fotocopia del Libro de Reembarcados, no es lo mismo que un registro de salida. No existe un registro por parte de la PDI que legitime la salida de Florestal en esa fecha, esa constancia no tiene validez como certificado.
La sentencia del recurso de amparo fue rechazada. El 8 de febrero de 2020, el abogado interpuso un recurso de apelación a la Corte Suprema, pero esta volvió a fallar en contra de Florestal.
“Lamentablemente la gente acogida a este plan ya perdió la esperanza de retorno, aceptaron la imposición del Estado porque se sienten débiles frente a este. No es fácil pelear contra su poder”, afirma Noriega.
Florestal no ha intentado volver a Chile, dice haber perdido la batalla.
Es época de lluvias en Haití, y Florestal sale todos los días a caminar por Puerto Príncipe en busca de una oportunidad laboral que lo ayude a mantener a su familia. Su madre falleció, su padre está enfermo y su esposa está embarazada. Se siente frustrado. Dos años antes había conseguido la estabilidad al migrar a Chile, pero una firma selló su futuro y el de muchos de sus compatriotas, a quienes se les prohíbe la entrada a nuestro país. “Mi vida está allá, Chile me está esperando”, reflexiona Florestal mientras cuenta los años para volver a pisar suelo chileno. Ocho años restan para que pueda regresar, tiempo que parece no avanzar dentro de la isla.
Realizado en el curso Periodismo de Investigación del profesor Javier Ortega de la Escuela de Periodismo UDP.